domingo, 29 de enero de 2017

¿Globalización? Sí, gracias

Es de bien nacidos ser agradecidos. La verdad es que es un refrán bastante acertado, es decir, ¿a quién le gustan los tipos desagradecidos? Ya sabéis, esa gente a la que le prestas cinco euros y luego te dicen de todo menos guapo. Pues con la globalización hay mucho desagradecido. Y con mucho desagradecido me refiero a toda la caterva de movimientos antiglobalización que esencialmente están integrados por comunistas, pijos desinformados, falangistas rancios, el ayuntamiento de Madrid... Así que, en este artículo vamos a intentar explicar la gran cantidad de beneficios de la globalización y, por lo tanto, por qué deberíamos estar profundamente agradecidos al capitalismo global.

                          
                         Perroflauta rándom defendiéndonos de la cochina globalización


La globalización se basa en la libre circulación de personas, mercancías y capitales, es decir, la libertad de los individuos para viajar y comerciar sin restricciones. Por el contrario, la autarquía, los aranceles y el proteccionismo son enemigos de la globalización y a la larga generan pobreza (hola señor Trump). El comercio, aunque muchos intenten defender lo contrario, no es un juego de suma cero. Esto viene a decir que en un intercambio comercial la ganancia de uno no implica la pérdida del otro, sino que ambas partes se benefician y es así como se genera riqueza. Este hecho, sin embargo, únicamente se da cuando estos intercambios comerciales ocurren en una economía libre de manera voluntaria, cosa que no sucede en las economías autárquicas e intervencionistas, donde la economía es finita y los ricos lo son a costa de los pobres.

Para empezar a enumerar los beneficios de este proceso y cómo han transformado el mundo en el que vivimos, vale la pena pararse y echar la vista atrás. Mientras que los antiglobalización defienden que el proceso globalizador genera pobreza, basta con mirar a nuestro alrededor para ver que esto no es así. No tenemos que esforzarnos mucho para darnos cuenta de la profunda mejoría de las condiciones en las que vivimos con respecto a nuestros padres o abuelos, hace tan sólo unas pocas décadas. Desde los inicios de la humanidad, la gran mayoría de personas han vivido en la miseria. No ha sido hasta la llegada de esta nueva época de libertad y comercio internacional que la pobreza se ha reducido de manera espectacular. En el siglo XIX el 84% de la población mundial vivía en situación de extrema pobreza, mientras que hoy no llega al 10% (y sigue reduciéndose). Sólo en los últimos 25 años, 1000 millones de personas han salido de la extrema pobreza, según la ONU.

Uno de los mejores ejemplos de este hecho es China (que tampoco es que sea el paradigma del libre mercado, todo sea dicho). En los años 70 China era un país comunista con una tasa de pobreza extrema superior al 80%. En las últimas décadas los chinorris han hecho tímidas reformas aperturistas y de liberalización de su economía. ¿El resultado? Hoy solo el 10% de los chinos vive en la extrema pobreza. Hablamos de cerca de 800 millones de chinos que ya no son pobres (que si los pones en fila india son unos cuantos chinos, piénsalo). Con esto queremos decir que son los países más abiertos y con mayor libertad económica los que mayores cotas de prosperidad tienen. Del otro lado tenemos a Cuba, Venezuela o la Corea donde manda el señor gordito y repeinado. Llamadme cerdo capitalista, pero yo me quedo con EEUU.

En este punto, el anticapitalista medio seguramente diría que, aunque la globalización enriquezca a algunos países, este enriquecimiento es a costa de la explotación de países tercermundistas y que debido a esto la población se empobrece cada vez más y bla bla bla... La realidad es que si sigue habiendo países pobres no es porque les explotemos desde Occidente, sino que estos todavía no se han sumado a la economía de mercado ni han abrazado la globalización.

Frecuentemente, los movimientos antiglobalización hacen campañas de boicot a multinacionales por la “explotación” a la que someten a sus empleados en sus fábricas en el extranjero. Me refiero especialmente a marcas como Nike, Inditex, Primark o Coca-Cola. Evidentemente, esto es mentira. Estas multinacionales trabajan con múltiples sindicatos e intentan aportar las mejores condiciones laborales a sus empleados. Los fans de Lenin se suelen quejar mucho de los bajos salarios. Nada más lejos de la realidad: en el caso de Primark, por ejemplo, paga un salario de 170 dólares al mes a sus empleados en Camboya, frente a los 80 dólares de salario medio del país. Un profesor o un médico cobra160 dólares. Mientras que la gran mayoría de sus compatriotas se desloman trabajando en el campo muchas más horas por un salario menor, sus trabajadores cobran más, trabajan en mejores condiciones, reciben cursos de formación... Estas campañas de boicot, no solo están equivocadas, sino que son profundamente dañinas. Si todos los consumidores dejaran de comprar en Nike o Zara las fábricas tendrían que cerrar y todos esos trabajadores volverían a la pobreza. Por eso, querido lector, si lleva una camisa o un pantalón “made in Bangladesh”, hazlo con el orgullo de quien está colaborando a acabar con la pobreza.

La globalización no solo tiene beneficios en cuanto a reducción de la pobreza. La esperanza de vida ha aumentado a nivel mundial en muy pocos años y es consecuencia directa del libre mercado. Un ejemplo bastante ilustrativo lo tenemos en Polonia. Durante gran parte de la etapa soviética, la esperanza de vida en Polonia estuvo estancada en los 70 años. Justo antes de sacudirse el comunismo de encima en 1989, el polaco medio vivía 70,6 años. Hoy, tras adoptar una economía de libre mercado y abierta al mundo, un polaco alcanza los 77, 8 años. También podríamos hablar de cómo los alemanes de la RDA morían casi tres años antes que sus vecinos occidentales, pero tampoco vamos a hacer más sangre.

Junto con la esperanza de vida también tendríamos que hablar de la reducción del analfabetismo, el hambre o la mortalidad infantil. Incluso en África, que todavía mantiene altos niveles de regulación y aislacionismo, la mortalidad infantil ha caído en TODOS los países del continente en las últimas décadas. Podríamos decir lo mismo del hambre. Y no nos podemos olvidar del avance de la democracia a nivel mundial. La globalización exporta muchos productos y uno de ellos es la libertad. Jamás en la historia el número de autocracias se había reducido tanto, ni el de democracias había sido tan alto. El modelo que triunfa en todo el mundo es el de democracia liberal y cada vez más países lo adoptan como mejor medio para alcanzar la libertad y la prosperidad. Por todo esto resulta gracioso cuando te viene un anticapitalista diciendo que el mundo es horrible mientras mastica un muffin del Starbucks con una mano y tuitea alguna chorrada desde su iPhone con la otra. Al siglo XII te mandaba yo a que vieras lo que es horrible, pelanas.

Sé que es difícil de creer, pero la globalización tiene aún otro beneficio más, que no es otro que la paz. El mundo cada vez es más pacífico. Nunca antes la humanidad había contado con un mayor poder de destrucción, ni con armas capaces de matar a tantos fulanos. Sin embargo, el número de víctimas en las guerras se ha reducido considerablemente. Sin ir más lejos, jamás habíamos disfrutado de un período tan largo de paz, aquí, en Europa occidental. Después de siglos de sacarnos las tripas entre nosotros y de las espectaculares carnicerías del siglo XX, Europa se ha convertido en un remanso de paz y es consecuencia directa del capitalismo global. Esto se debe a que el comercio genera interdependencia, es decir, los países se necesitan unos a otros. Para que nos entendamos, si un país se dedica a fabricar coches y otro país fabrica los motores de los coches, bombardeando las fábricas del otro país también destruyes tu propia economía. Sin embargo, la mejora de las relaciones internacionales gracias a la globalización también tiene su parte negativa, ya que a veces los países se ponen de acuerdo y te montan cosas como Eurovisión, que es completamente innecesario.


                                    Que alguien pare este neoliberalismo asesino (?)


A pesar de lo que digan las vociferantes hordas anticapitalistas el mundo va bien. Y no solo es que vaya bien, es que que jamás ha ido mejor. Así que, cada vez que te tomes una Coca-Cola en el bar de Paco, vayas a Zara a por ropa, compres comida barata en el Mercadona o te acerques a votar en unas elecciones, siéntete afortunado por vivir aquí y ahora y agradéceselo al capitalismo y a la globalización.

Esto es todo por hoy, joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.


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