Es de
bien nacidos ser agradecidos. La verdad es que es un refrán bastante
acertado, es decir, ¿a quién le gustan los tipos desagradecidos? Ya
sabéis, esa gente a la que le prestas cinco euros y luego te dicen
de todo menos guapo. Pues con la globalización hay mucho
desagradecido. Y con mucho desagradecido me refiero a toda la caterva
de movimientos antiglobalización que esencialmente están integrados
por comunistas, pijos desinformados, falangistas rancios, el
ayuntamiento de Madrid... Así que, en este artículo vamos a
intentar explicar la gran cantidad de beneficios de la globalización
y, por lo tanto, por qué deberíamos estar profundamente agradecidos
al capitalismo global.
Perroflauta
rándom defendiéndonos de la cochina globalización
La
globalización se basa en la libre circulación de personas,
mercancías y capitales, es decir, la libertad de los individuos para
viajar y comerciar sin restricciones. Por el contrario, la autarquía,
los aranceles y el proteccionismo son enemigos de la globalización y
a la larga generan pobreza (hola señor Trump). El comercio, aunque
muchos intenten defender lo contrario, no es un juego de suma cero.
Esto viene a decir que en un intercambio comercial la ganancia de uno
no implica la pérdida del otro, sino que ambas partes se benefician
y es así como se genera riqueza. Este hecho, sin embargo, únicamente
se da cuando estos intercambios comerciales ocurren en una economía
libre de manera voluntaria, cosa que no sucede en las economías
autárquicas e intervencionistas, donde la economía es finita y los
ricos lo son a costa de los pobres.
Para
empezar a enumerar los beneficios de este proceso y cómo han
transformado el mundo en el que vivimos, vale la pena pararse y echar
la vista atrás. Mientras que los antiglobalización defienden que el
proceso globalizador genera pobreza, basta con mirar a nuestro
alrededor para ver que esto no es así. No tenemos que esforzarnos
mucho para darnos cuenta de la profunda mejoría de las condiciones
en las que vivimos con respecto a nuestros padres o abuelos, hace tan
sólo unas pocas décadas. Desde los inicios de la humanidad, la gran
mayoría de personas han vivido en la miseria. No ha sido hasta la
llegada de esta nueva época de libertad y comercio internacional que
la pobreza se ha reducido de manera espectacular. En el siglo XIX el
84% de la población mundial vivía en situación de extrema pobreza,
mientras que hoy no llega al 10% (y sigue reduciéndose). Sólo en
los últimos 25 años, 1000 millones de personas han salido de la
extrema pobreza, según la ONU.
Uno de
los mejores ejemplos de este hecho es China (que tampoco es que sea
el paradigma del libre mercado, todo sea dicho). En los años 70
China era un país comunista con una tasa de pobreza extrema superior
al 80%. En las últimas décadas los chinorris han hecho tímidas
reformas aperturistas y de liberalización de su economía. ¿El
resultado? Hoy solo el 10% de los chinos vive en la extrema pobreza.
Hablamos de cerca de 800 millones de chinos que ya no son pobres (que
si los pones en fila india son unos cuantos chinos, piénsalo). Con
esto queremos decir que son los países más abiertos y con mayor
libertad económica los que mayores cotas de prosperidad tienen. Del
otro lado tenemos a Cuba, Venezuela o la Corea donde manda el señor
gordito y repeinado. Llamadme cerdo capitalista, pero yo me quedo con
EEUU.
En este
punto, el anticapitalista medio seguramente diría que, aunque la
globalización enriquezca a algunos países, este enriquecimiento es
a costa de la explotación de países tercermundistas y que debido a
esto la población se empobrece cada vez más y bla bla bla... La
realidad es que si sigue habiendo países pobres no es porque les
explotemos desde Occidente, sino que estos todavía no se han sumado
a la economía de mercado ni han abrazado la globalización.
Frecuentemente,
los movimientos antiglobalización hacen campañas de boicot a
multinacionales por la “explotación” a la que someten a sus
empleados en sus fábricas en el extranjero. Me refiero especialmente
a marcas como Nike, Inditex, Primark o Coca-Cola. Evidentemente, esto
es mentira. Estas multinacionales trabajan con múltiples sindicatos
e intentan aportar las mejores condiciones laborales a sus empleados.
Los fans de Lenin se suelen quejar mucho de los bajos salarios. Nada
más lejos de la realidad: en el caso de Primark, por ejemplo, paga
un salario de 170 dólares al mes a sus empleados en Camboya, frente
a los 80 dólares de salario medio del país. Un profesor o un médico
cobra160 dólares. Mientras que la gran mayoría de sus compatriotas
se desloman trabajando en el campo muchas más horas por un salario
menor, sus trabajadores cobran más, trabajan en mejores condiciones,
reciben cursos de formación... Estas campañas de boicot, no solo
están equivocadas, sino que son profundamente dañinas. Si todos los
consumidores dejaran de comprar en Nike o Zara las fábricas tendrían
que cerrar y todos esos trabajadores volverían a la pobreza. Por
eso, querido lector, si lleva una camisa o un pantalón “made
in Bangladesh”, hazlo
con el orgullo de quien está colaborando a acabar con la pobreza.
La
globalización no solo tiene beneficios en cuanto a reducción de la
pobreza. La esperanza de vida ha aumentado a nivel mundial en muy
pocos años y es consecuencia directa del libre mercado. Un ejemplo
bastante ilustrativo lo tenemos en Polonia. Durante gran parte de la
etapa soviética, la esperanza de vida en Polonia estuvo estancada en
los 70 años. Justo antes de sacudirse el comunismo de encima en
1989, el polaco medio vivía 70,6 años. Hoy, tras adoptar una
economía de libre mercado y abierta al mundo, un polaco alcanza los
77, 8 años. También podríamos hablar de cómo los alemanes de la
RDA morían casi tres años antes que sus vecinos occidentales, pero
tampoco vamos a hacer más sangre.
Junto
con la esperanza de vida también tendríamos que hablar de la
reducción del analfabetismo, el hambre o la mortalidad infantil.
Incluso en África, que todavía mantiene altos niveles de regulación
y aislacionismo, la mortalidad infantil ha caído en TODOS los países
del continente en las últimas décadas. Podríamos decir lo mismo
del hambre. Y no nos podemos olvidar del avance de la democracia a
nivel mundial. La globalización exporta muchos productos y uno de
ellos es la libertad. Jamás en la historia el número de autocracias
se había reducido tanto, ni el de democracias había sido tan alto.
El modelo que triunfa en todo el mundo es el de democracia liberal y
cada vez más países lo adoptan como mejor medio para alcanzar la
libertad y la prosperidad. Por todo esto resulta gracioso cuando te
viene un anticapitalista diciendo que el mundo es horrible mientras
mastica un muffin del Starbucks con una mano y tuitea alguna chorrada
desde su iPhone con la otra. Al siglo XII te mandaba yo a que vieras
lo que es horrible, pelanas.
Sé
que es difícil de creer, pero la globalización tiene aún otro
beneficio más, que no es otro que la paz. El mundo cada vez es más
pacífico. Nunca antes la humanidad había contado con un mayor poder
de destrucción, ni con armas capaces de matar a tantos fulanos. Sin
embargo, el número de víctimas en las guerras se ha reducido
considerablemente. Sin ir más lejos, jamás habíamos disfrutado de
un período tan largo de paz, aquí, en Europa occidental. Después
de siglos de sacarnos las tripas entre nosotros y de las
espectaculares carnicerías del siglo XX, Europa se ha convertido en
un remanso de paz y es consecuencia directa del capitalismo global.
Esto se debe a que el comercio genera interdependencia, es decir, los
países se necesitan unos a otros. Para que nos entendamos, si un
país se dedica a fabricar coches y otro país fabrica los motores de
los coches, bombardeando las fábricas del otro país también
destruyes tu propia economía. Sin embargo, la mejora de las
relaciones internacionales gracias a la globalización también tiene
su parte negativa, ya que a veces los países se ponen de acuerdo y
te montan cosas como Eurovisión, que es completamente innecesario.
Que alguien pare este
neoliberalismo asesino (?)
A
pesar de lo que digan las vociferantes hordas anticapitalistas el
mundo va bien. Y no solo es que vaya bien, es que que jamás ha ido
mejor. Así que, cada vez que te tomes una Coca-Cola en el bar de
Paco, vayas a Zara a por ropa, compres comida barata en el Mercadona
o te acerques a votar en unas elecciones, siéntete afortunado por
vivir aquí y ahora y agradéceselo al capitalismo y a la
globalización.
Esto
es todo por hoy, joven padawan. Somos el Club de la Economía y
siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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