lunes, 22 de octubre de 2018

Érase una vez la Economía VI: siglo XX


Ya dijimos en el último capítulo que el siglo XX es una centuria más intensa que la jornada laboral del mecánico de Optimus Prime. No nos queda otro remedio, pues, que vernos obligados a cumplir nuestra amenaza y continuar hablando de los economistas de la época en esta segunda parte. John Hicks, calienta que sales.

Sir John Richard Hicks nacido en el condado de Warwickshire, Reino Unido, estudió Filosofía, Políticas y Económicas en la Universidad de Oxford. Después de terminar sus fiestas universitarias ingresó en la London School of Economics (LSE), como profesor temporal, donde tuvo contacto con grandes economistas de la época como nuestro muy querido Friedrich von Hayek. Es en esta época cuando publica su primera obra notable, The Theory of Wages (La teoría de los salarios), donde realiza un análisis de los sindicatos y de la dinámica de sus peticiones de incrementos de sueldos. Según Hicks, si estos aumentos en el salario provocan aumentos también en los precios el incremento real del salario es más inútil que Aquaman, es decir, ¿de qué te sirve cobrar un 10% más si todo cuesta también un 10% más? Hicks defiende que esto provoca más demandas de subidas de salarios por parte de los sindicatos en un ciclo sin fin de Aquaman.


Sir John Richard Hicks

Después de estar un tiempo en la LSE se fue a dar clases a la Universidad de Cambridge, donde completaría la obra más importante de su vida, Value and Capital, donde desarrolla su trabajo principal sobre la economía del bienestar, dirigido principalmente a analizar el impacto social de las actividades empresariales. También desarrolla el modelo de Demanda Hicksiana que representa las variaciones en la demanda de un bien cuando varía el precio de ese bien, ajustándose el ingreso nominal del consumidor.

Una de sus contribuciones más importantes se encuentra en el campo de la macroeconomía, donde Hicks trata de unir el keynesianismo con la doctrina neoclásica, mediante el modelo Hicks-Hansen IS-LM. Este modelo representa gráficamente la economía mediante dos curvas que se cortan, Investment-Saving (inversión-ahorro) y Liquidity preference-Money supply (demanda de dinero-oferta de dinero). Asimismo, en el eje horizontal se incluye el PIB del país en cuestión y en el vertical el tipo de interés, por lo que relaciona estos dos parámetros con la inversión, el consumo y el gasto agregados. En 1972 recibió, junto a Kennneth Arrow, el Nobel de Economía por estas contribuciones al análisis de la macroeconomía, de la teoría general del equilibrio y de la teoría del bienestar.

Kenneth Arrow, unos años más joven que Hicks (de hecho es el tipo más joven que ha ganado el Nobel de Economía), nació en Nueva York y es considerado uno de los economistas teóricos más destacados de este siglo y uno de los mayores exponentes de la teoría económica neoclásica. Arrow recoge el testigo de Adam Smith, que lo influyó profundamente, y formalizó matemáticamente una de las ideas centrales de don Adam: que no es por la generosidad del carnicero la que nos da de comer, sino su búsqueda del beneficio personal.

Su obra más importante es Elección social y valores individuales, donde desarrolla el teorema de la imposibilidad de Arrow o paradoja de Arrow. El teorema de la imposibilidad de Arrow es su teoría más notable y viene a decir en líneas generales que no existe un sistema perfecto de elección que refleje la voluntad general de la comunidad cuando los votantes deben elegir entre más de tres opciones.

Llegamos a otro neoyorquino, esta vez de Brooklyn, que se encuentra en un lugar de honor entre los más importantes de este siglo: Milton Friedman. Friedman es el mayor exponente de la Escuela de Chicago, premio Nobel, partidario del libre mercado y firme opositor del keynesianismo cuando oponerse al keynesianismo significaba que nadie jugara contigo en el recreo.

Una de sus contribuciones más tempranas a la teoría económica fue el desarrollo de la teoría del ingreso permanente. Esta teoría, al contrario que lo defendido por Keynes, establecía que el consumo de los hogares está más influenciado por los cambios en los ingresos a largo plazo que por aquellos cambios en los ingresos que los integrantes del hogar perciben como temporales o transitorios. Esto explica como ciertos incrementos fiscales percibidos como no permanentes no alteran los patrones de consumo de la peña.

Sin embargo, las ideas más conocidas de Friedman las desarrolló en el campo del monetarismo. Hasta la llegada de Friedman, el monetarismo era un solar en el que los economistas adoraban un tótem de Keynes ataviados con pieles de castor. Estos tipos defendían que el gobierno debe usar políticas monetarias para contrarrestar los ciclos económicos negativos, ya que esto no traía consecuencias (“money does not matter”). Friedman en cambio consideraba que estos cambios en la masa monetaria sí afectaban a la actividad económica en el corto plazo y a los precios en el largo plazo. A este respecto destaca su obra A Monetary History of the United States, donde analiza en detalle el papel del dinero en la economía estadounidense desde la Guerra de Secesión.


¡Friedman! ¡Friedman! ¡Friedman!

Otro gran aporte de Friedman fue la revisión de la keynesiana curva de Phillips, que relaciona inversamente niveles de paro e inflación. Friedman considera que la existencia de una tasa de paro estructural es consecuencia de las restricciones que establece el gobierno sobre la creación de empleo. De este modo, cuando un gobierno intenta disminuir el paro por debajo de esta tasa mediante políticas monetarias muy expansivas, se generará inflación, lo que dará lugar a un aumento de los salarios y esto a su vez favorecerá que más fulanos se queden sin trabajo. La conclusión de Friedman aquí es que lo mejor que puede hacer el gobierno, como casi siempre, es no hacer nada. 

Aparte de en todas estas teorías, donde Friedman fue verdaderamente influyente fue en sus asesoramientos a distintos presidentes, como Nixon Reagan o Tatcher, y sus propuestas para políticas públicas. Como defensor de la libertad individual defendió medidas como el bono educativo, con el fin de incentivar la demanda educativa según las preferencias de sus padres, desregulaciones, privatizaciones e incluso la legalización de las drogas. Friedman siempre en nuestro equipo.

Una vez terminado con Friedman, nos trasladamos a Indiana para hablar de Paul Anthony Samuelson, otro premio Nobel y miembro de la escuela neokeynesiana. Samuelson contribuyó a muchas áreas de la economía teórica mediante la aplicación de las matemáticas como herramienta. Su obra magna es Foundations of Economic Analysis (Fundamentos del análisis económico), donde estudia diversos campos, como teoría del consumidor, la dinámica y la estabilidad de los sistemas económicos, la incorporación de la teoría del comercio internacional al equilibrio general, la teoría del capital, economía del bienestar, etc. Al igual que Hicks, Samuelson fue esencial en la creación de la escuela neoclásica-keynesiana.

Una de sus mayores aportaciones fue la aplicación de los estudios de termodinámica de Willard Gibbs al análisis económico. Esto le permitió establecer el método de estática comparativa en economía basa en el principio de termodinámica del químico francés Le Chatelier. Sin entrar demasiado en tecnicismos que no le importan a nadie, esto viene a decir que en economía, como en termodinámica, si se perturba un sistema en equilibrio, el sistema se ajustará con el fin de contrarrestar parcialmente esa perturbación y alcanzar un nuevo equilibrio. Por estas cosas a este tipo le dieron el Nobel.

Casi de la misma quinta que Samuelson, pero este del estado Tennessee, tenemos a James McGill Buchanan, premio Nobel por su desarrollo de la teoría económica de la elección pública, un método nunca visto para analizar la toma de decisiones políticas y económicas. “Lo he petado”, aseguraba el propio Buchanan.

Buchanan parte del completo rechazo a cualquier concepción de que el Estado es superior a sus ciudadanos a la hora de tomar decisiones. Aunque publicó numerosas obras, su libro más conocido es Calculus of Consent: Logical Foundations of Constitutional Democracy (El cálculo del consentimiento: los fundamentos lógicos de la democracia constitucional), donde analiza la influencia de las condiciones políticas en las decisiones económicas y las finanzas públicas. Desde muy pronto Buchanan concluyó que los gobiernos no eran entidades eficientes y altruistas destinadas a corregir los errores del mercado, sino que son agregados de personas persiguiendo sus propios intereses. Se introduce de este modo Buchanan en el debate sobre qué grado de participación debe tener el gobierno en la economía.

Fijaos si este siglo es intenso que tenemos que hablar de gente que no es economista, pero que le sobraba tiempo y ganó un Nobel de economía. Nos referimos cómo no a John Forbes Nash. Nash nación en Virginia Occidental, EEUU. Aunque comenzó sus estudios en Ingeniería Química, Nash rápidamente destacó en las matemáticas. Terminaría doctorándose en esta materia con tan solo 21 años y una tesis de 30 páginas sobre sus primeras teorías de juegos estratégicos no cooperativos, donde definía por primera vez el equilibrio de Nash. Después de eso se le fue diagnosticada una esquizofrenia paranoide que le tuvo apartado de la vida académica un tiempo.


John Forbes Nash

El equilibrio de Nash o equilibrio del miedo en la teoría de juegos desarrollada por él mismo es una situación en la cual todos los jugadores practican una estrategia que maximiza sus ganancias individuales dadas las estrategias de los otros jugadores, por lo que ningún jugador tiene ningún incentivo para modificar su estrategia. De este modo, Nash defiende que no se logra el mejor resultado para el conjunto de los jugadores, sino solo el mejor resultado para cada uno de ellos considerado individualmente o, en otras palabras, que es posible que el resultado fuera mejor para todos si los jugadores coordinaran sus estrategias.

Se trata por lo tanto de una idea que corrige ligeramente la máxima de Adam Smith de que el mayor bienestar social se consigue cuando cada individuo de forma egoísta persigue su propio bienestar y nada más. Nash, en base a su teoría de juegos, lo matiza afirmando que el máximo bienestar social se consigue si cada uno de los individuos actúa a favor de su bienestar, pero sin perder de vista tampoco el bienestar de los demás integrantes. Si todavía no se entiende del todo vayamos con un ejemplo sacado de la película biográfica de John Nash: Una mente maravillosa (la cual recomendamos muchos desde este blog).

En la película se narra una escena en la que Nash, interpretado por Máximo Décimo Meridio, está con sus colegas universitarios en un bar y de repente entran una rubia muy guapa con sus amigas que son muy simpáticas. El caso es que los muy salidos se ponen a discutir cuál sería la mejor estrategia para abordar a la rubia, afirmando uno de ellos que lo mejor sería seguir las enseñanzas de Adam Smith y que cada uno fuera a su bola.

Sin embargo, Nash se da cuenta en ese momento de que Smith se equivocaba, ya que actuando todos de manera egoísta, siguiendo cada uno su propia estrategia, se obstaculizarían y ninguno se llevaría a la chica. Ante esta derrota ante la rubia, los maromos irían a por las amigas, pero estas les ignorarían, “ya que a nadie le gusta ser el segundo plato”. En cambio, si los colegas se ponen de acuerdo y nadie va a por la rubia, sino directamente a por las amigas simpáticas, no se obstaculizarían entre ellos y no ofenderían a sus amigas. “Victoria asegurada. Y todos echaríamos un casquete”. Adam Smith, se equivocaba, caballeros.


Si nos organizamos follamos todos.

Todavía nos queda hablar de más gente del extenso siglo XX, y puede que incluso demos un paseo por el XXI, pero eso será ya en otra ocasión, que con tanta teoría de juegos y tanto casquete esto queda inmenso y el personal se aburre.

Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.

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