Ya dijimos en el último capítulo que el siglo XX es una
centuria más intensa que la jornada laboral del mecánico de Optimus Prime. No
nos queda otro remedio, pues, que vernos obligados a cumplir nuestra amenaza y
continuar hablando de los economistas de la época en esta segunda parte. John
Hicks, calienta que sales.
Sir John Richard Hicks nacido en el condado de Warwickshire,
Reino Unido, estudió Filosofía, Políticas y Económicas en la Universidad de
Oxford. Después de terminar sus fiestas universitarias ingresó en la London School of Economics (LSE), como profesor
temporal, donde tuvo contacto con grandes economistas de la época como nuestro
muy querido Friedrich von Hayek. Es en esta época cuando publica su primera
obra notable, The Theory of Wages (La teoría de los salarios), donde realiza
un análisis de los sindicatos y de la dinámica de sus peticiones de incrementos
de sueldos. Según Hicks, si estos aumentos en el salario provocan aumentos
también en los precios el incremento real del salario es más inútil que
Aquaman, es decir, ¿de qué te sirve cobrar un 10% más si todo cuesta también un
10% más? Hicks defiende que esto provoca más demandas de subidas de salarios
por parte de los sindicatos en un ciclo sin fin de Aquaman.
Sir John Richard Hicks |
Después de estar un tiempo en la LSE se fue a dar clases a
la Universidad de Cambridge, donde completaría la obra más importante de su
vida, Value and Capital, donde
desarrolla su trabajo principal sobre la economía del bienestar, dirigido
principalmente a analizar el impacto social de las actividades empresariales.
También desarrolla el modelo de Demanda Hicksiana que representa las
variaciones en la demanda de un bien cuando varía el precio de ese bien,
ajustándose el ingreso nominal del consumidor.
Una de sus contribuciones más importantes se encuentra en el
campo de la macroeconomía, donde Hicks trata de unir el keynesianismo con la
doctrina neoclásica, mediante el modelo Hicks-Hansen IS-LM. Este modelo
representa gráficamente la economía mediante dos curvas que se cortan,
Investment-Saving (inversión-ahorro) y Liquidity preference-Money supply
(demanda de dinero-oferta de dinero). Asimismo, en el eje horizontal se incluye
el PIB del país en cuestión y en el vertical el tipo de interés, por lo que
relaciona estos dos parámetros con la inversión, el consumo y el gasto
agregados. En 1972 recibió, junto a Kennneth Arrow, el Nobel de Economía por
estas contribuciones al análisis de la macroeconomía, de la teoría general del
equilibrio y de la teoría del bienestar.
Kenneth Arrow, unos años más joven que Hicks (de hecho es el
tipo más joven que ha ganado el Nobel de Economía), nació en Nueva York y es
considerado uno de los economistas teóricos más destacados de este siglo y uno
de los mayores exponentes de la teoría económica neoclásica. Arrow recoge el
testigo de Adam Smith, que lo influyó profundamente, y formalizó
matemáticamente una de las ideas centrales de don Adam: que no es por la
generosidad del carnicero la que nos da de comer, sino su búsqueda del
beneficio personal.
Su obra más importante es Elección social y valores
individuales, donde desarrolla el
teorema de la imposibilidad de Arrow o paradoja de Arrow. El teorema de la
imposibilidad de Arrow es su teoría más notable y viene a decir en líneas
generales que no existe un sistema perfecto de elección que refleje la voluntad
general de la comunidad cuando los votantes deben elegir entre más de tres
opciones.
Llegamos a otro
neoyorquino, esta vez de Brooklyn, que se encuentra en un lugar de honor entre
los más importantes de este siglo: Milton Friedman. Friedman es el mayor exponente
de la Escuela de Chicago, premio Nobel, partidario del libre mercado y firme
opositor del keynesianismo cuando oponerse al keynesianismo significaba que
nadie jugara contigo en el recreo.
Una de sus contribuciones
más tempranas a la teoría económica fue el desarrollo de la teoría del ingreso
permanente. Esta teoría, al contrario que lo defendido por Keynes, establecía
que el consumo de los hogares está más influenciado por los cambios en los
ingresos a largo plazo que por aquellos cambios en los ingresos que los
integrantes del hogar perciben como temporales o transitorios. Esto explica
como ciertos incrementos fiscales percibidos como no permanentes no alteran los
patrones de consumo de la peña.
Sin embargo, las
ideas más conocidas de Friedman las desarrolló en el campo del monetarismo.
Hasta la llegada de Friedman, el monetarismo era un solar en el que los
economistas adoraban un tótem de Keynes ataviados con pieles de castor. Estos
tipos defendían que el gobierno debe usar políticas monetarias para
contrarrestar los ciclos económicos negativos, ya que esto no traía
consecuencias (“money does not matter”). Friedman en cambio consideraba que
estos cambios en la masa monetaria sí afectaban a la actividad económica en el
corto plazo y a los precios en el largo plazo. A este respecto destaca su obra A
Monetary History of the United States, donde analiza en detalle el papel
del dinero en la economía estadounidense desde la Guerra de Secesión.
¡Friedman! ¡Friedman! ¡Friedman! |
Otro gran aporte de Friedman fue la revisión de la
keynesiana curva de Phillips, que relaciona inversamente niveles de paro e
inflación. Friedman considera que la existencia de una tasa de paro estructural
es consecuencia de las restricciones que establece el gobierno sobre la
creación de empleo. De este modo, cuando un gobierno intenta disminuir el paro
por debajo de esta tasa mediante políticas monetarias muy expansivas, se
generará inflación, lo que dará lugar a un aumento de los salarios y esto a su
vez favorecerá que más fulanos se queden sin trabajo. La conclusión de Friedman
aquí es que lo mejor que puede hacer el gobierno, como casi siempre, es no
hacer nada.
Aparte de en todas estas teorías, donde Friedman fue
verdaderamente influyente fue en sus asesoramientos a distintos presidentes,
como Nixon Reagan o Tatcher, y sus propuestas para políticas públicas. Como
defensor de la libertad individual defendió medidas como el bono educativo, con
el fin de incentivar la demanda educativa según las preferencias de sus padres,
desregulaciones, privatizaciones e incluso la legalización de las drogas.
Friedman siempre en nuestro equipo.
Una vez terminado con Friedman, nos trasladamos a Indiana
para hablar de Paul Anthony Samuelson, otro premio Nobel y miembro de la
escuela neokeynesiana. Samuelson contribuyó a muchas áreas de la economía teórica
mediante la aplicación de las matemáticas como herramienta. Su obra magna es Foundations of Economic Analysis (Fundamentos del análisis económico),
donde estudia diversos campos, como teoría del consumidor, la dinámica y la
estabilidad de los sistemas económicos, la incorporación de la teoría del
comercio internacional al equilibrio general, la teoría del capital, economía
del bienestar, etc. Al igual que Hicks, Samuelson fue esencial en la creación
de la escuela neoclásica-keynesiana.
Una de sus mayores aportaciones fue la aplicación de los
estudios de termodinámica de Willard Gibbs al análisis económico. Esto le
permitió establecer el método de estática comparativa en economía basa en el
principio de termodinámica del químico francés Le Chatelier. Sin entrar
demasiado en tecnicismos que no le importan a nadie, esto viene a decir que en
economía, como en termodinámica, si se perturba un sistema en equilibrio, el
sistema se ajustará con el fin de contrarrestar parcialmente esa perturbación y
alcanzar un nuevo equilibrio. Por estas cosas a este tipo le dieron el Nobel.
Casi de la misma quinta que Samuelson, pero este del estado
Tennessee, tenemos a James McGill Buchanan, premio Nobel por su desarrollo de
la teoría económica de la elección pública, un método nunca visto para analizar
la toma de decisiones políticas y económicas. “Lo he petado”, aseguraba el
propio Buchanan.
Buchanan parte del completo rechazo a cualquier concepción
de que el Estado es superior a sus ciudadanos a la hora de tomar decisiones.
Aunque publicó numerosas obras, su libro más conocido es Calculus of
Consent: Logical Foundations of Constitutional Democracy (El cálculo del consentimiento: los
fundamentos lógicos de la democracia constitucional), donde analiza la
influencia de las condiciones políticas en las decisiones económicas y las
finanzas públicas. Desde muy pronto Buchanan concluyó que los gobiernos no eran
entidades eficientes y altruistas destinadas a corregir los errores del
mercado, sino que son agregados de personas persiguiendo sus propios intereses.
Se introduce de este modo Buchanan en el debate sobre qué grado de
participación debe tener el gobierno en la economía.
Fijaos si este siglo es intenso que tenemos que hablar de gente
que no es economista, pero que le sobraba tiempo y ganó un Nobel de economía.
Nos referimos cómo no a John Forbes Nash. Nash nación en Virginia Occidental,
EEUU. Aunque comenzó sus estudios en Ingeniería Química, Nash rápidamente
destacó en las matemáticas. Terminaría doctorándose en esta materia con tan
solo 21 años y una tesis de 30 páginas sobre sus primeras teorías de juegos
estratégicos no cooperativos, donde definía por primera vez el equilibrio de
Nash. Después de eso se le fue diagnosticada una esquizofrenia paranoide que le
tuvo apartado de la vida académica un tiempo.
John Forbes Nash |
El equilibrio de Nash o equilibrio del miedo en la teoría de
juegos desarrollada por él mismo es una situación en la cual todos los
jugadores practican una estrategia que maximiza sus ganancias individuales
dadas las estrategias de los otros jugadores, por lo que ningún jugador tiene
ningún incentivo para modificar su estrategia. De este modo, Nash defiende que
no se logra el mejor resultado para el conjunto de los jugadores, sino solo el
mejor resultado para cada uno de ellos considerado individualmente o, en otras
palabras, que es posible que el resultado fuera mejor para todos si los
jugadores coordinaran sus estrategias.
Se trata por lo tanto de una idea que corrige ligeramente la
máxima de Adam Smith de que el mayor bienestar social se consigue cuando cada
individuo de forma egoísta persigue su propio bienestar y nada más. Nash, en
base a su teoría de juegos, lo matiza afirmando que el máximo bienestar social
se consigue si cada uno de los individuos actúa a favor de su bienestar, pero
sin perder de vista tampoco el bienestar de los demás integrantes. Si todavía
no se entiende del todo vayamos con un ejemplo sacado de la película biográfica
de John Nash: Una mente maravillosa
(la cual recomendamos muchos desde este blog).
En la película se narra una escena en la que Nash,
interpretado por Máximo Décimo Meridio, está con sus colegas universitarios en
un bar y de repente entran una rubia muy guapa con sus amigas que son muy
simpáticas. El caso es que los muy salidos se ponen a discutir cuál sería la
mejor estrategia para abordar a la rubia, afirmando uno de ellos que lo mejor
sería seguir las enseñanzas de Adam Smith y que cada uno fuera a su bola.
Sin embargo, Nash se da cuenta en ese momento de que Smith
se equivocaba, ya que actuando todos de manera egoísta, siguiendo cada uno su
propia estrategia, se obstaculizarían y ninguno se llevaría a la chica. Ante
esta derrota ante la rubia, los maromos irían a por las amigas, pero estas les
ignorarían, “ya que a nadie le gusta ser el segundo plato”. En cambio, si los
colegas se ponen de acuerdo y nadie va a por la rubia, sino directamente a por
las amigas simpáticas, no se obstaculizarían entre ellos y no ofenderían a sus
amigas. “Victoria asegurada. Y todos echaríamos un casquete”. Adam Smith, se
equivocaba, caballeros.
Si nos organizamos follamos todos. |
Todavía nos queda hablar de más gente del extenso siglo XX,
y puede que incluso demos un paseo por el XXI, pero eso será ya en otra
ocasión, que con tanta teoría de juegos y tanto casquete esto queda inmenso y
el personal se aburre.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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