lunes, 23 de octubre de 2017

Los hombres que levantaron América III


Arrimarse aquí que voy seguir contando la historia de los tipos que levantaron los EEUU. Los del fondo, silencio. Para los que acabáis de entrar podéis poneros al día con el primer capítulo y el segundo. Básicamente, estábamos contando que Carnegie y J.P. Morgan estaban en una titánica batalla por derrocar a Rockefeller como hombre más rico sobre la faz de la Tierra. Carnegie participaba en esta pugna con su imperio del acero, mientras que Morgan invertía en todo tipo de empresas y sacaba provecho del filón en el que se había convertido la electricidad. Esto no le hacía ninguna gracia a Rockefeller, ya que recordemos que había hecho su fortuna con el queroseno y ahora la gente prefería la electricidad para iluminar su chabola. Y en este momento de la peli los tres tendrán que unir fuerzas para luchar contra un enemigo común: el Estado.


 El Estado


Tras la crisis de 1873 o el pánico de 1873, debido a la quiebra de la entidad bancaria Jay Cooke and Company, miles de trabajadores se fueron al paro. La gente que trabajaba en el campo fue la que se vio más afectada y los fulanos de provincias cogieron el petate y se fueron en tropel a trabajar en las fábricas de la ciudad, lo que hizo que los salarios de los obreros cayeran en picado durante los siguientes años. Esto unido a que las condiciones laborales dejaban mucho que desear (construir un rascacielos era un trabajo de riesgo en aquella época, creedme) hizo que la peña en general estuviera de morros (la peña con poca pasta, se entiende). De este modo se generó el caldo de cultivo perfecto para un político que se presentaba a presidente por el Partido Demócrata para las elecciones de 1896. Su nombre era William Jennings Bryan.


William Jennings Bryan

Bryan nació en Illinois, en 1860, en una familia de pequeños propietarios agrícolas. En 1888, tras estudiar Derecho en Chicago, se afilió al Partido Demócrata y fue ascendiendo rápidamente en su carrera política. Bryan tenía ideas que podríamos considerar populistas para la época: enemigo de las injusticias, de la desigualdad, de los grandes empresarios y campeón del proletariado. De hecho, Bryan es el responsable de que el Partido Demócrata abandonara el laissez faire por el amor al Estado. En muchos de sus discursos se dirigía directamente a Rockefeller y a Carnegie, ya que estaba decidido a desmontar sus monopolios, denunciando que era inmoral que tan pocos hombres acumularan tanta riqueza. No sé si es correcto llamarle el Pablo Iglesias de la época, pero nos hacemos una idea.

Como es lógico, Bryan representaba una gran amenaza para los intereses de Rockefeller, Carnegie y Morgan, por lo que no se iban a dejar vencer tan fácilmente. Los tres imperios más grandes del país, el del acero, el queroseno y la banca, por primera vez se unían para derrotar a un poderoso enemigo y solo podían hacerlo de una manera: tenían que comprar su propio presidente. A partir de ese momento los tres hombres iban a dedicar todos sus recursos a apoyar al candidato republicano William McKinley, un veterano de la Guerra de Secesión.

Gracias a los esfuerzos de Rockefeller, Carnegie y Morgan, McKinley contó con un presupuesto de 3,5 millones de dólares, cinco veces superior al de Bryan (un fortunón para la época). La campaña de McKinley se convirtió en la más cara de la historia de EEUU hasta ese momento. Jamás se había visto tal despliegue de medios para unas elecciones y se utilizaron muchas técnicas de campaña modernas, gracias al director de campaña republicano, Mark Hanna. Bryan, por su parte, tiene que contraatacar y empieza a recorrer el país de manera incansable, dando más de 500 discursos durante toda la campaña en los que atacaba a los ricos y agitaba las más bajas pasiones del proletariado.

Esta campaña es consideraba hoy en día por los historiadores como una de las más dramáticas y complejas de la historia americana. Era mucho lo que había en juego y se debatieron muchas cuestiones económicas, incluyendo el bimetalismo, el patrón oro, la plata libre, y las tarifas. Bryan representaba a los obreros y granjeros de las zonas rurales del sur y el centro del país, mientras que McKinley tenía sus apoyos en los trabajadores y las grandes fortunas de las ciudades industriales del noroeste y de la costa del Pacífico. El resultado de estas elecciones determinaría las políticas nacionales del país durante las siguientes dos décadas.

Con todos estos pescados sobre la mesa llega el 3 de noviembre de 1896, llega el día de las elecciones. Toda la sociedad americana entendió la brutal trascendencia de estos comicios y se alcanzó una participación del 80%. Para que os hagáis una idea, las últimas elecciones presidenciales entre Trump y Clinton apenas sobrepasaron el 55%. Nuestros tres empresarios se subían por las paredes mientras esperaban los resultados, sabiendo que los grandes imperios que habían levantado de la nada podían esfumarse. Tras el recuento, el republicano McKinley se convierte en el 25º presidente de los EEUU, con 271 votos electorales, frente a los 176 de Bryan. Los negocios de Rockefeller, Carnegie y Morgan se habían salvado de la política, por lo que la alianza entre los tres ya no era necesaria y vuelven a la gresca.

Rockefeller ve una manera de atacar a Carnegie en su propio terreno y compra la mina de hierro de Mesabi, en Minnesota (recordemos que el hierro es la materia prima del acero). Rockefeller empieza a vender su recién adquirido hierro a un precio ridículo con el fin de reventar el mercado y dar un poco por saco a Carnegie. Y vaya si lo consigue. Con el precio del hierro tan bajo, la competencia en el mercado del acero se dispara y Carnegie ve como sus ingresos empiezan a caer en picado. Carnegie entonces se ve obligado a comprar todas las minas de Rockefeller por un precio desorbitado con el fin de frenar la hemorragia. Un duro golpe, pero consiguió salvar su imperio.

Morgan, que había observado atentamente esta batalla entre los dos grandes titanes, toma nota y decide actuar para superar a sus dos competidores. Decide unificar toda la industria del acero. Recordemos que Morgan ya controlaba por completo el sector de la banca, el sector ferroviario, minero, mercante… Por lo tanto, consiguiendo el control del acero de Carnegie podría lograr un poder sobre toda la industria estadounidense que haría temblar al mismísimo Rockefeller. Pero para ello tenía que comprar el segundo imperio más grande del país, tendría que comprar el imperio de Carnegie.

Con este fin, Morgan se reunió con la mano derecha de Carnegie, Charles Michel Schwab. Morgan prometió a Schwab que si conseguía convencer a Carnegie de vender su empresa del acero le nombraría director de la misma. Un día, mientras Carnegie y Schwab juagaban al golf, el primero le confesó que la riqueza no servía de nada si no se empleaba en beneficio de toda la humanidad. Recordemos que Carnegie era un grandísimo filántropo y sabía de primera mano lo duro que podía resultar ser pobre. En ese momento Schwab ve su oportunidad y propone a Carnegie vender Carnegie Steel Co. para poder dedicarse enteramente a la filantropía. Carnegie se queda pensando un momento y responde que no hay nadie en la Tierra capaz de comprar Carnegie Steel. Ambos hombres empiezan a debatir sobre el precio de la empresa y Carnegie termina apuntando el valor de su compañía en una servilleta: 480 millones de dólares, el equivalente a más de 13. 500 millones de dólares de hoy en día.

Schwab le pasa la cifra a Morgan y este acepta inmediatamente sin negociar con Carnegie. Gracias a la inmensa fortuna que había conseguido con la venta de su empresa, sumada a su ya enorme riqueza Carnegie consigue, por fin, convertirse en el hombre más rico del planeta, superando a su eterno rival Rockefeller. Después de 30 años de incansable esfuerzo por ganar a Rockefeller al final lo logró. Carnegie lo había conseguido.

Por su lado, Morgan había logrado su objetivo de unificar bajo su puño el imperio del acero, fundando así la US Steel Co. Esta empresa llegó a controlar casi el 70% de toda la producción de acero de EEUU del momento y dominaría el mercado durante los próximos cien años (hoy en día sigue funcionando). Se convertiría en la primera empresa del mundo en valer más de mil millones de dólares.

Si creíais que con Carnegie ya jubilado esta historia ya estaba acabada estabais muy equivocados. Tenemos que hablar todavía de cómo Theodore Roosevelt llegó a la presidencia de los EEUU para desmontar de una vez por todas los monopolios del país. Vamos a ver, por lo tanto, el choque entre los hombres más poderosos del país y el propio Estado (¡pelea, pelea!). También entrará en escena un tipo que llegó a hacer historia, un tipo que revolucionó con sus ideas el mundo del automóvil y la industria en general. Tal vez os suene, su nombre era Henry Ford.


Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
Unknown Co-Desarrollador

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