Si hay algo que ha marcado la historia económica y por
extensión la historia de la humanidad desde vete tú a saber cuándo hasta hoy en
día es el oro. Desde que el hombre empieza a realizar los primeros intercambios
comerciales con la aparición de la agricultura, el oro ha sido aceptado como
moneda. También hemos hecho joyería con él, lo hemos utilizado para fabricar
las medallitas de los JJOO e incluso nos lo hemos comido pensando que alargaba
la vida.
Pero, ¿por qué? ¿Por qué a cualquier hijo de vecino le
entusiasma recibir un cubo de oro, pero no le entusiasma tanto un cubo de
estaño? ¿Y quién leches decidió que el oro era el metal valioso y no cualquier
otra cosa? La respuesta es sencilla: porque no había otra opción más que el
oro. Si cogéis una tabla periódica os lo explicaré (ya os la cojo yo que os
oigo quejaros desde aquí).
En primer lugar, vamos a fijarnos en la parte derecha de la
tabla. Por esa zona están los gases nobles que, como su propio nombre indica,
son gases. Difícilmente vamos a poder usar un gas como moneda (imaginad estar
pagando en la cola del Mercadona con un globito), por lo que podemos
descartarlos junto a los demás elementos químicos que se encuentran en estado
gaseoso a temperatura y presión ambiente. También podemos descartar aquellos
elementos que se encuentran en estado líquido, el bromo y el mecurio, que
además son altamente tóxicos, así que quedan doblemente descartados.
Si nos vamos ahora a la izquierda veremos a los metales
alcalinos y alcalinotérreos. Este tipo de elementos se caracterizan por ser muy
reactivos y pueden explotar así que mejor dejarlos también. Igualmente podemos
descartar los elementos radiactivos, pues no sería bonito que las monedillas
que llevas para comprar el pan te dieran cáncer.
Hechos estos ajustes, habrás comprobado, avispado lector,
que únicamente nos quedamos con la parte central de la tabla, es decir, los
metales de transición. Cogiendo otra vez el rotulador podemos tachar algunos
como el titanio, ya que se necesitarían temperaturas enormes para poder
fundirlo, y otros como el aluminio son muy endebles para ser usados como
monedas. Elementos como el hierro, el plomo o el cobre pudieran parecer buenos
candidatos, pero tienen un problema y es que tienen mucha tendencia a ceder
electrones, o lo que es lo mismo: que se oxidan cosa mala.
Llegados a este punto encontramos estos finalistas:
platino, paladio, rodio, iridio, osmio, rutenio y cómo no la plata y el oro. Estos
metales reaccionan muy poco químicamente y son muy raros. Algunos podemos
descartarlos porque son tan extremadamente raros que no resultarían prácticos,
como el rodio. Otros los podemos tachar por el motivo ya citado de la elevada
temperatura de fusión (el osmio se funde a más de 3000 ºC). Así que finalmente
nos quedamos con los dos que nos teníamos que quedar: el oro y la plata. Ambos
son escasos, pero no demasiado, se funden a una temperatura prudente y se
pueden trabajar bien. Sin embargo, la plata se termina oscureciendo con el
tiempo, mientras que el oro conserva su particular brillo dorado muchísimo
tiempo y lo vuelve más atractivo que la plata. Alguno también podría pensar en
el bronce y sí que se ha utilizado como moneda en algún momento, pero éste es
una aleación de cobre y estaño y no un elemento químico como tal. El bronce
también tiene mucha tendencia a oxidarse y es relativamente abundante, así que
se ve superado por el oro como candidato.
Resumiendo, el oro tiene valor porque históricamente no ha
servido para absolutamente nada más que para ser dinero. Es un metal no tóxico,
no reacciona químicamente, se funde con facilidad y no tiene grandes
propiedades aparte de su brillo, es decir, no tiene ningún valor intrínseco más
allá del que le damos nosotros. Además es muy raro y esto es necesario.
¿Hasta qué punto es raro el oro? No existe mucho consenso
sobre la cantidad de oro que hay en la Tierra, pero los principales análisis
dan cifras que oscilan en torno a las 160.000 toneladas, lo que equivaldría a
un poco más de tres piscinas olímpicas llenas de oro.
Tomando el valor de la onza de oro actual en el momento de
escribir este artículo podemos calcular que aproximadamente el valor total de
oro que hay sobre el mundo asciende a 6,21 billones de euros (doce ceros). Sin
embargo, no hay que dejarse impresionar por estas cifras. Comparadas con las
cantidades de otros metales como el hierro o el plomo son ridículas. Para poner
las cosas en contexto, el porcentaje de oro en la corteza terrestre es del 0,000007%,
lejos del 5% del hierro.
Como ya he dicho antes, el oro ha jugado un papel
fundamental en la historia económica de la humanidad. La riqueza de un país
siempre se ha medido en función de sus reservas de oro, es decir, el llamado
patrón oro, que fijaba la unidad monetaria en términos de una determinada
cantidad de oro. Sin embargo, los países lo fueron abandonando con la Gran
Depresión ya que no podías jugar a imprimir billetes con el susodicho patrón
oro. El último país en abandonarlo fue EEUU en 1973 a raíz de la guerra de
Vietnam, pues no tenía suficiente oro para respaldar todos los dólares que tuvo
que imprimir para financiar la guerra. De todo esto ya hablaremos otro día porque
hay mucha tela que cortar.
A lo largo de la historia, el oro nunca ha desaparecido,
sino que se recicla. Esto viene a decir que si tienes un anillo de oro existe
la posibilidad de que parte de ese oro fuera utilizado para acuñar una moneda
de Augusto en su día. Además, se ha ido descubriendo más y más oro. Hoy en día
se estima que quedan alrededor de 50.000 toneladas de oro extraíbles en el mundo.
Sin embargo, actualmente utilizamos el oro de manera diferente porque parece
ser que sí que sirve para algo más que para ser dinero: en la industria. Cerca
del 12% de todo el oro es utilizado en este sector. No obstante, la cantidad de
oro empleada en cada dispositivo electrónico es ínfima, por lo que reciclarla
no es rentable. En otras palabras, por primera vez en la historia estamos
gastando oro.
Esto es todo por hoy, joven padawan. Somos El Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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