Atención, el artículo que está a punto de presenciar podría
dañar gravemente su salud mental, ya que hoy El club de la Economía va a
tratar sobre lo que es probablemente el tema de la economía en el siglo XXI. Aquel
que está en boca de todos, pero del que nadie sabe nada, un tema oscuro a la
par que delicado. Se recomienda leer previamente nuestro artículo sobre los mercados financieros, para poder saborear al máximo este, en el que El club de
la Economía jura solemnemente que conocerás, al fin, la verdad sobre la Crisis
de 2008, también conocida como Crisis Subprime. Comencemos.
11 de Septiembre de 2001, caída de las Torres Gemelas. Lo
recordamos como si fuera ayer. En nuestro caso, muy jóvenes y no creyendo lo
que estaba pasando, y sobre todo, inocentes ante lo que estaba a punto de
desencadenar el casi hundimiento del sistema financiero y la Economía tal y
como la conocemos. Fatídico día para el mundo, en el que unos pocos acabaron con
la vida de muchos. Curiosamente, algo parecido pasó por la otra parte, pero
esta vez no eran unos terroristas, sino políticos y banqueros con traje y
corbata.
El 11S significó la depresión máxima también en los
mercados, ya que Wall Street tras la
burbuja de las punto com, sufrió una de sus peores caídas en un solo día de su
historia, cayendo más de un 7%.
Ante este desastre, Bush, la FED y por extensión, el BCE, tienen la genial idea de bajar los tipos de
interés, llegando hasta el 1% en 2003, lo que se podría denominar como “casi
regalar dinero” con el objetivo de reanimar el crédito y con él los mercados,
bajo el lema de: Todo el mundo merece una casa.
El planteamiento era sencillo y tenía sentido: aumento del
gasto público en obra y privatización del suelo, con el objetivo de aumentar la
Oferta de vivienda, y por lo tanto mediante una simple regla de 3 (ley de la
Oferta y la Demanda) reducir el precio de la vivienda, consiguiendo el objetivo
de que todo el mundo obtuviese una casa, se reanimase la economía y todos
contentos.
Esto mismo llegó a España, donde con Aznar, también se siguió
el modelo estadounidense. España construía en un año, más vivienda que Francia,
Alemania e Italia juntas. Pero algo fallaba, algo no iba del todo bien. La
vivienda, lejos de bajar el precio, SUBÍA, Y CADA VEZ MÁS. Esto se debe a que la demanda superó a la propia oferta, usando la vivienda como una inversión
inmobiliaria con la cuál sacar beneficio, primero a largo plazo, después a
medio y la fiesta fue tal que se sacaban ingentes cantidades de dinero incluso
a corto plazo.
Mientras tanto, la gente dejaba de soñar con ser médico,
abogado o empresario, aquellos que deseaban estudiar eran arquitectos, y los
que no, no pasa nada, siempre habrá un hueco para un albañil, NO ESTUDIES ¡a
trabajar del ladrillo se ha dicho!
Esto redujo el paro a una cifra récord, desde el 22% hasta
apenas el 9% en 2005. Pero claro, había un problema, los trabajos creados por
lo general eran precarios y con un salario que por lo general, no aumentó en
gran medida (un albañil podía cobrar un sueldo entre 1.200-1.400€ de media).
Sin embargo, la vivienda pasaba de pagarse de 900€/m2 a más
de 2.500€/m2 en apenas 10 años. Por lo que surge la duda: ¿Cómo iban estos a
ser capaces de comprar vivienda, si esta no dejaba se subir, mientras que los
salarios no se movían? Ningún problema, damas y caballeros, entran a escena LOS BANCOS.
Los bancos se sumaron a la fiesta, con las tan amadas
hipoteca (préstamos a cascoporro) para financiar la compra de vivienda, con la
propia vivienda como único aval y con unos intereses que te lo quitan de las
manos, pudiendo pagar la hipoteca en cómodos plazos, financiándose a largo
plazo y endeudándose a corto plazo. Y tranquilo, que si en algún momento no
puedes pagar la hipoteca, vendes la casa, recuperas la inversión y además ganas
dinero, ¡el negocio del siglo sin hacer nada! Esto fomentó que incluso aquellos considerados "ninjas" (sin ingresos, sin trabajo y sin propiedades) pidieran hipotecas con el simple objetivo de enriquecerse, porque recuerda: LOS
PRECIOS SIEMPRE SUBEN, NUNCA BAJAN.
Es entonces cuando llegamos a 2007, con una vivienda con
precios absolutamente disparados y sobrenaturales, a casi 3.000€/m2. Entre 2004
y 2006, la FED había fomentado una subida de tipos de hasta el 5-7%. Esto
supuso una bajada de la demanda, ya que dejaba de ser gratis y fácil ser rico y
literalmente no había más zonas donde edificar, por lo que la vivienda empezó a
bajar de precio. Esto disparó la tasa de morosidad porque las personas no
podían devolver sus préstamos a los bancos, ya que no podían vender sus casas, y estas no las querían ni los propios bancos, pues no valían nada y nadie las
quería comprar. Eran considerados literalmente activos basura. Y así
sucesivamente provocando un efecto dominó que no pintaba nada bien.
Los bancos especulaban y operaban entre ellos con todos
estos activos tóxicos, que de la noche a la mañana, se convertían de AAA
(bajo riesgo) a BBB (alto riesgo). Los bancos necesitaban liquidez ante el
aumento de impagos (defaults), pero el Euribor, libor y todo el resto de tipos
de interés se disparaban, ya que nadie quería financiar el desastre de estos bancos, por lo
que la gente se refugiaba en las materias primas, disparándose el precio de
estas más de un 20% (sí, hubo una vez que el barril de petróleo costaba más de
100$).
La deuda de las cajas
comenzó a ser descomunal, ya que la creación de riqueza ya no generaba
crecimiento, sino que el proceso se había invertido, el crecimiento era el que
generaba riqueza, siendo todo esto originado por una monstruosa deuda, ya que
el dinero no caía del cielo.
Así, de la noche a la mañana, se desenterró la enorme crisis
crediticia estadounidense, que contagió rápidamente a todo el mundo, a partir
de la cual los bancos dejaron de prestar dinero, los inversores dejaron de
comprar deuda y el miedo llevó a la ira, la ira llevó al odio y el odio llevó
al pánico extremo. Como nadie prestaba dinero, el consumo se desplomó, las
empresas empezaron a despedir en masa, dejando primero a todos los dedicados a la
construcción en la calle. La mayoría de ellos no tenían formación ni posibilidad de reincorporarse
al mercado laboral, vamos, con una mano delante y otra detrás, aumentando el
paro a máximos. Y toda esta ficción, de la noche a la mañana, recibió un jarro
de agua, no fría, sino congelada. Habíamos estado viviendo 10 años por encima
de nuestras posibilidades, siendo la productividad menor que los ingresos, y lo
íbamos a pagar duro, ya te digo que lo íbamos a pagar, estallando la mayor
burbuja de la historia.
El 15 de Septiembre de 2008, Lehman Brothers, uno de los
bancos de inversión más grandes del mundo, quebró. Con un pasivo de $613.000
millones, supuso la mayor quiebra de la historia hasta el momento. Con este,
muchos otros se fueron, y esto podría haber sido mucho peor, ya que compañías
como AIG (la mayor aseguradora del mundo), debido a que no podían hacer frente
a los seguros hipotecarios (CDS), vio cómo su valor en bolsa se reducía de más
de 1.500$/acción a 5$/acción (sí, es así, no me he comido ni añadido ceros de
más), salvada gracias a su nacionalización por parte del gobierno estadounidense.
Como resultado final, la bolsa cayó casi un 60%, con una
deuda de 950 mil millones de $, 200 mil millones de $ en rescates a entidades y
estímulos de los bancos centrales.
Hoy en día, aquellos verdaderamente culpables de esta orgía
crediticia y engaño hacia todos nosotros, los contribuyentes. Los verdaderos culpables de inflar la oferta de crédito muy por encima de los niveles de
ahorro que había detrás de ese crédito, son los que hoy deberían estar entre
rejas. Todos esos banqueros que globalizaron bonos basura y nos tiraron de
cabeza a la mayor crisis financiera de la historia, son los responsables de
jugar con el fin de la Economía moderna. Pero ellos no estaban solos, pues
alguien debió permitirles todo este escándalo, unos sujetos que hablan mucho,
hacen poco y saben menos, y que, sin embargo, nos controlan. Sí, hablamos de
los políticos. Está de moda criticar la crisis del 2008 como una derrota del Capitalismo y el Libre Mercado, que el Laissez Faire financiero casi nos cuesta
un riñón y parte del otro. Pero en el mundo que nosotros imaginamos, no pagan
justos por pecadores En el mundo que imaginamos no se nacionaliza a aquellos
que apostaron contra ti hace 2 días. En el mundo que imaginamos esta gente,
estaría en la cárcel y no en un yate en Marbella con el dinero de todos
nosotros. No es una derrota del
liberalismo, más bien de la socialdemocracia.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos El club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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