La palabra criptomoneda es bastante rimbombante. Pensadlo.
Criptomoneda. Es lo típico que uno utiliza para parecer importante, aunque en
realidad tengas menos idea que un perro dando una charla de seguridad vial.
Pero aquí estamos para resolver las dudas del ciudadano inquieto y
responderemos las grandes cuestiones sobre las criptomonedas: ¿qué es una
criptomoneda? ¿Se come? ¿Se puede meter en la lavadora?
Una criptomoneda o criptodivisa es una moneda virtual que se
genera a través de algoritmos y que existe únicamente en el ordenador, es
decir, que cualquier persona con un ordenador y pocas ganas de relacionarse con
sus congéneres puede crear una criptomoneda. Su creación está programada
previamente por el creador, por lo que también está regulada la inflación. Esto
significa que desde el primer momento se sabe cuántas criptomonedas se llegarán
a producir y cómo de rápido será este proceso, ya que todo sigue unas
ecuaciones matemáticas.
-¡Eh
cariño, he creado una criptomoneda!
-Como no saques la basura te voy a dar una criptohostia.
La ventaja que ofrecen este tipo de monedas es que no están
reguladas por ningún banco central, Estado ni institución financiera, sino que,
como ya hemos dicho, está ya programada mediante algoritmos y su precio depende
de la oferta y la demanda. También está la cosa de que son anónimas pues
básicamente consisten en largas cadenas de números encriptados, de ahí que sean
muy utilizadas en la Deep Web (la Internete profunda, que os lo tengo que
explicar todo). Además las criptomonedas se pueden usar en cualquier parte del
mundo. Pero cuidado joven lector, estas criptomonedas tienen su lado tenebroso,
pues al depender el precio de la oferta y la demanda puedes encontrar una
mañana que los ahorros que tenías en criptomonedas no valen ni los bytes que
ocupan.
Estas monedas virtuales se consiguen o bien comprándolas como
todo buen hijo de vecino, o bien “minándolas”. El concepto de minar se usa como
analogía de extraer el oro de las minas. Estos mineros se dedican descifrar las
líneas de código de las criptomonedas mediante programas informáticos. Estos
programas generan infinidad de códigos hasta que uno de ellos coincide con el
protocolo de una criptomoneda, por lo que en este momento el minero gana una
unidad de esa criptomoneda. La dificultad de minado de las criptomonedas es
variable y depende del algoritmo con el que se creó, pero a medida que se crean
nuevas unidades, la acción de minar se vuelve más y más difícil. Esto se
soluciona en parte si varios maromos que se dedican a esta minería virtual se
asocian, de tal manera que la potencia de cálculo de sus ordenadores se combina
y es más fácil generar este código. Una vez han conseguido la criptomoneda, los
mineros se reparten su valor en función de la aportación de su ordenador al
proceso. La minería puede resultar no rentable a veces, ya que el precio de las
criptomonedas varía mucho, por lo que debido a la gran competencia y unos
precios bajos de la moneda virtual pueden provocar que el minero gaste más
dinero en conseguir la criptomoneda que su propio valor en sí.
No podemos tocar el tema de las criptomonedas sin hablar de la
más famosa de ellas: el Bitcoin. El Bitcoin fue creado por Satoshi Nakamoto,
pseudónimo que designa a los verdaderos desarrolladores de esta moneda que son
anónimos. Esta criptomoneda se creó en 2009 y su precio inicial era ínfimo. Sin
embargo, en 2013 alcanzó por primera vez el precio de 1000 dólares y se
consolidó como la criptomoneda más importante incluyéndose en la Bolsa como
divisa aceptada. Al igual que cualquier otra criptomoneda, el precio del
Bitcoin está sujeto a una gran volatilidad, demostrando que el valor de la
moneda puede caer en 300 dólares en un solo día (aunque también subir en 300
dólares). Dicen las malas lenguas que un tipo que invirtió 27 dólares en los
primeros momentos del Bitcoin se olvidó de que los tenía y al mirar su
cotización en 2013 comprobó que en ese momento valían cerca de 886.000 dólares
(¡bien por él!). El Bitcoin está programado para que sólo se puedan generar 21
millones de unidades, habiendo en la actualidad unos 16 millones y que llegará
a este número alrededor de 2030. Aunque el Bitcoin no está regulado por ningún
Estado ni banco, en la práctica China posee el 95% de las reservas de Bitcoins,
por lo que su precio depende mucho de lo que hacen nuestros amigos de ojos
rasgados y extraño idioma.
El funcionamiento de los Bitcoins es similar al de cualquier
otra criptomoneda. Los Bitcoins se guardan en monederos virtuales, cada uno de
los cuales cuenta con una clave privada. En las transacciones, si un pepito
quiere mandar X cantidad de Bitcoins a una pepita se crea un código de
transacción que consta de una entrada (monedero de dónde proviene), una clave y
una salida (monedero a dónde se dirige el Bitcoin). Una vez se crea el código,
la transacción es validada por el resto de usuarios hasta llegar al
destinatario. Este proceso, que a priori parece más largo que el campo de
fútbol de Oliver y Benji, se realiza en unos segundos y asegura que ningún otro
usuario se quede con los Bitcoins más que el destinatario.
¿Y cuál es el futuro del Bitcoin? Realmente es bastante
incierto, pero sabiendo como hemos dicho que sólo se pueden alcanzar las 21
millones de unidades y dado su tremendo éxito en la Deep Web se pueden dar
estos escenarios:
•
Que la peña se aburra del Bitcoin, se deje
de usar, la demanda se hunda y el Bitcoin no sirva más que para adornar el
escritorio de tu ordenador.
•
Que el Bitcoin siga ganando valor de manera
moderada, pudiendo convertirse en moneda utilizada para muchas transacciones
cotidianas.
•
Que se instaure el Tercer Reich del
Bitcoin, en cuyo caso el Bitcoin es aceptado casi exclusivamente como única
moneda. Un Bitcoin se puede dividir en 10 millones de satoshis como máximo
(satoshis por el Satoshi del pseudónimo de los creadores, no te pierdas), por
lo que la gente operaría en satoshis como unidad principal y el precio de una
unidad de Bitcoin podría llegar a ser millones de veces mayor.
Esto ha sido todo por hoy, joven padawan. Somos el Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
:)
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