La banca es como tener un perro: te da muchos problemas y
trabajo, pero no puedes vivir sin ella. Hasta tal punto es importante la banca,
que el todopoderoso papá Estado corre a acudir en su rescate con miles de
millones, (sólo) con el objetivo de que durmamos tranquilos y el mundo no se
vaya a la mierda. Pero esto ya se acabó, joven padawan. En este artículo vamos
a explicar el proceso de cambio que se ha producido en el sistema de rescate
financiero, desde el rescate público estatal (Bail-out) hasta el rescate
privado por parte de los acreedores (Bail-in).
Corría el año 2009 cuando, poco a poco, las cajas de ahorro
españolas (públicas, que no se os olvide) fueron quebrando lentamente, pero sin
pausa. Sin embargo, a medida que quebraban, estas cajas de ahorros iban siendo rescatadas
por el Estado español, con una suma que llegó a superar ampliamente los 100 mil
millones de euros. Este hecho establecerá el Bail-out como modus operandi en toda la zona Euro.
No obstante, mentiríamos si dijéramos que esta era la única
forma de enfrentarse a una quiebra bancaria en ese momento. Debemos cruzar el
charco y remontarnos a la crisis de los bonos basura y las hipotecas subprime
de 2008 para ver que esto no es así, ya que alguien tiene algo que decir al
respecto (o más bien nada que decir).
15 de septiembre de 2008, el gigantesco
banco de inversiones Lehman Brothers, el famoso “Too big to fail”, caía
derrotado, sucumbiendo ante su excesiva exposición a bonos basura e hipotecas
subprime, con el mayor pasivo de la historia: más de 600 mil millones de
dólares.
Efectivamente, la otra manera de enfrentarse a una quiebra bancaria
era… no enfrentarte a ella. Simplemente no hacer nada. Sin embargo, este
ejemplo se trata verdaderamente de un hecho insólito y prácticamente
irrepetible. Por no hablar de que la deuda que Estados Unidos debería haber hecho
frente en el caso de Lehman es seis veces superior a la de toda la banca
española. Digamos que metieron la pata hasta el fondo y una vez ahí siguieron
cavando. Esto no quita que, entre medias, la administración de Obama y la FED inyectasen
cantidades ingentes de dólares en todo tipo de entidades financieras.
Pero volvamos al tema que nos concierne. Durante la etapa de
la crisis financiera, muchos bancos en todo el mundo, apalancados hasta la
saciedad de activos tóxicos, empezaron a experimentar los problemas de comer
demasiadas gominolas y chucherías. Enfermaron progresivamente y uno a uno
fueron cayendo como chinches. Esto realmente era un problemón al cual había que
enfrentarse, es decir, aquí no se podía aplicar la estrategia rajoyesca de
hacerse el longuis. Requería por tanto reuniones entre los gobernadores de los
bancos centrales y los líderes de las principales potencias mundiales para
poder llegar a una solución que causase el menor daño posible y que, a la vez,
salvase “el sistema”.
Y he ahí el problema de la cuestión. La decisión tomada distó mucho de ser una
solución, sino que más bien fue un rescate desesperado y a toda costa para
tratar de mantener “el sistema” independientemente del cómo y el cuánto del
coste. Básicamente, la solución consiste en que el marrón se lo come el
contribuyente (vía impuestos y deuda) y los burócratas se van a su casa
tranquilamente sin sudar mucho. Bail
you, Bail me, Bail for everybody.
El mensaje era muy claro: “bancos, no temáis, pues los
dependientes y obedientes ciudadanos respaldarán generosamente vuestras
perdidas, así que haced lo que os dé la gana porque sois demasiado grandes para
quebrar. Algo así como: “bancos nuestros que estáis en el cielo, santificada
sea vuestra deuda.”
Nada parecía que fuese a cambiar. Los Estados se
sobreendeudaban con entusiasmo, los impuestos subían, los pajarillos cantaban…
hasta que, de repente, un actor inesperado, del cual muchos de nosotros aún dudamos
de su posición geográfica, entra en escena. Una pequeña islita alejada de la
mano de Dios significaría el principio del fin de estos chiringuitos
financieros.
Fue Chipre el pionero en la utilización del Bail-in para
sanear su sistema financiero, que arrastraba un agujero de más de 10 mil
millones de euros (puede parecer una cifra ridícula comparada con la de España,
pero para un país con apenas 17 mil millones de PIB no estaba nada mal). El Estado chipriota aplicó una conversión exprés de depósitos en acciones bancarias. Poco a poco, nuevos países como Austria fueron
adhiriéndose a este sistema, considerándolo el más idóneo, o mejor dicho, el
menos malo.
Y fue entonces, en una fría mañana de noviembre de 2014, en
Berlín, cuando Mario Draghi despertó de su letargo, instalando el Mecanismo
Único de Supervisión y Resolución, que en resumidas cuentas significaba la
imposición del Bail-in como sistema de rescate para entidades financieras en la
Unión Europea.
Llegamos pues a junio de 2017, cuando el Banco Santander
compra el Banco Popular por 1€, después de que sus inversores respondiesen ante
las deudas de la entidad.
Este hito marcará un antes y un después, entre el Bail-out
y el Bail-in en la Unión Europea (y además nos ha brindado la oportunidad de
hacer un montón de chistes con cosas que cuestan 1€). El Banco Popular fue el
primero en ser intervenido por las autoridades europeas, marcando las pautas
que se establecieron en el Mecanismo Único, respondiendo de las deudas los
acreedores e inversores de la entidad, por orden:
1) En primer lugar, se encontrarían los accionistas
ordinarios y sucesivamente preferentes (acreedores subordinados).
2) En segundo lugar, estarían todos aquellos que
hubieran adquirido bonos y obligaciones de la compañía (acreedores senior).
3) En tercer y último lugar (y aquí se encuentra
realmente la novedad), hallamos todos aquellos depósitos a la vista no avalados
por el Estado (es decir, aquellos que superen los 100.000€).
De esta manera, se ha conseguido que de forma ordenada y de
la noche a la mañana, los accionistas y bonistas de Banco Popular asumiesen las
pérdidas de la compañía y del resto ya se encargará Santander.
Curiosamente, esta solución era perfectamente viable en
época de quiebra de las cajas. Combinando los acreedores subordinados, los
acreedores senior y los depósitos a la vista superiores de 100.000€, las cajas,
mal llamadas quebradas, sumaban más de 150.000 millones en pasivos que podrían
ser reconvertidos en activos para hacer frente a la deuda que se les venía
encima. Las cajas nunca tuvieron la necesidad de ser recatadas, pues había
alternativas reales, no para dejarlas morir, sino para salvarlas.
Sin embargo, esto no parecía muy conveniente para nuestro
conglomerado político, el cual hizo caso omiso a esta alternativa, haciéndonos
responsables a todos de sus decisiones, mientras ellos aumentaban su control bancario mediante participaciones estatales en dichas entidades. No hace falta recordar que el propio Estado es el accionista mayoritario de la banca española, controlando por ejemplo el 45% de Bankia, entre otras. Hoy ya tenemos una estimación más o menos aproximada (viene del Banco de España) que establece la factura de dicho rescate: 40.000 millones de €. Unos 2.200€ por familia. Ya sabéis, el "interés general", que no es más que el interés partidario que demostraron, reunión tras reunión, en Ferraz y Génova.
Esta última adquisición por parte de Santander, absorbiendo
el deficitario Banco Popular no se queda en menos, con reuniones vespertinas,
cuando menos sospechosas, de directivos del Santander y ministros del gobierno,
con Luis de Guindos a la cabeza.
Sin embargo, algo sí que ha cambiado esta vez, aunque haya
sido a golpe de decreto europeo y prácticamente maniatando al político. Por una
vez, no pagaron justos por pecadores. Por una vez no se privatizaron ganancias
y socializaron pérdidas, sino que se privatizaron tanto las ganancias como las
pérdidas.
Capitalismo de amiguetes o Capitalismo liberal. El primero beneficia
a los de siempre, el segundo nos beneficia a todos.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la Economía y
siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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