lunes, 26 de junio de 2017

Érase una vez la Economía II: El gran olvidado siglo XVII


Decíamos ayer que la Escuela de Salamanca había sentado las bases de la ciencia económica moderna e incluso del propio liberalismo. Todo esto en una fecha tan temprana como es el siglo XVI. Sin embargo, el siglo XVII, al menos la primera mitad, fue más soso que un acuario de almejas en comparación, pero hay una serie de grandes personajes de los que es obligatorio hablar.

El siglo XVII traía una serie de cambios en Europa de la mano de la Guerra de los Treinta Años. Tras casi 150 años de señorear el Viejo Continente, España le pasaba el testigo a Francia como potencia hegemónica (paz de Westfalia y Tratado de los Pirineos). Los monarcas franceses empiezan a descubrir que les gusta mandar y el poder real se termina por convertir en absoluto. Luis XIV llevó el absolutismo a su máxima expresión durante su reinado con su famoso “El Estado soy yo” (joder, Luis, deja jugar a los demás niños).


Batalla de Rocroi, ocaso del Tercio español
Por otro lado, Inglaterra seguía con sus interminables guerras civiles, principalmente por temas de religión y enfrentamientos entre el Parlamento y la Corona sobre quién mandaba más. Sin embargo, de sus universidades empiezan a salir grandes científicos como Isaac Newton, Robert Hooke o Edmund Halley (sí, el del cometa), además de, cómo no, economistas. Es a principios de este siglo cuando los ingleses crean su lucrativa Compañía de las Indias Orientales, con un sistema de financiación mediante acciones prácticamente moderno.
Como ya hemos dicho, la ciencia económica había empezado como un cohete, pero a principios del siglo XVII los grandes avances de la Escuela de Salamanca perdieron interés y fueron olvidados. Esto era bastante chungo, ya que el estudio de la ciencia económica quedó prácticamente estancado durante casi dos siglos. No me malinterpretéis, cuando digo que el siglo XVII fue un siglo un poco flojete en cuanto a ciencia económica se refiere, no quiero decir que fuera un páramo. De hecho, cada vez había más personas estudiando la economía, pero había un problema, y es que casi todos hablaban de lo mismo: el mercantilismo. Los mercantilistas defienden que la riqueza de una nación se basa en la cantidad de metales preciosos que posea dicha nación. Además, abogan por un fuerte control de la economía por parte del Estado, creación de monopolios, proteccionismo y unas exportaciones más fuertes que las importaciones. Estas ideas económicas alcanzan su apogeo durante este siglo y la gran parte de los economistas de estos años se sumaron al carro mercantilista, lo que suponía un retroceso con respecto a las ideas del siglo anterior.
La Francia absolutista fue uno de los lugares donde más calaron estas ideas mercantilistas. En este sentido destaca el economista francés Jean-Baptiste Colbert. Colbert llegó a ministro del rey Luis XIV y aplicó un programa eminentemente mercantilista que sería conocido como colbertismo. Este programa se caracterizaba, como ya hemos dicho, por la acumulación de metales preciosos, proteccionismo, balanza de pagos excedentaria y toda esa pesca.
Como reacción a estas medidas económicas intervencionistas, surge la fisiocracia de la mano de François Quesnay con su obra Tableu économique, ya en el siglo XVIII. Al contrario que los mercantilistas, Quesnay y los fisiócratas defienden el librecambismo en el comercio internacional y una menor interferencia del Estado en la economía. Esta doctrina queda resumida por la expresión laissez faire, laissez passer (dejad hacer, dejad pasar) de Vincent Gournay, en referencia a una completa libertad en la economía. Los defensores de la teoría fisiocrática también consideraban que la riqueza de una nación no depende de la acumulación de metales preciosos, sino de la capacidad de producción de esa nación, que reside en la actividad agraria. Es decir, que según los fisiócratas la única forma de crear riqueza es mediante la agricultura, mientras que la industria o el comercio solo conseguían distribuir esa riqueza producida por el trabajo agrícola.
- ¡Mire, maestro Quesnay, he elaborado una manufactura que aporta valor a la sociedad!
-Cállate y ponte a cultivar acelgas, pelanas.
Dejemos a los gabachos por hoy y vayamos a Inglaterra, que también estaban pasando cosas interesantes. A diferencia de los franceses, algunos economistas ingleses empezaron a apartarse del mercantilismo dominante, entre ellos Nicholas Barbon. Barbon es considerado el precursor de Adam Smith, ya que en su libro Discourse of trade expone algunas de las teorías económicas que luego utilizaría Smith, entre ellas la defensa del libre comercio. 
A otro que no le molaba mucho el mercantilismo era William Petty. Petty era médico y como tal tuvo una visión de la economía similar al cuerpo humano, compuesta de sistemas relacionados entre sí que actúan como un todo. Este médico-economista también es el padre de la econometría, la rama de la economía que aplica modelos matemáticos y estadísticos en el análisis económico y que serviría de base para el desarrollo de la economía clásica. Petty defendía la importancia de la división del trabajo, anticipándose a los economistas de finales del XVIII. También desarrolló la teoría del valor-trabajo, según la cual, el valor de un objeto viene determinado por la cantidad de trabajo que es necesario para producirlo. Esta teoría es la misma que luego desarrollaron Adam Smith y Karl Marx. De hecho, Marx se declararía fan de Petty en sus escritos, siglo y medio después (nos ha jodido, le escribió toda la teoría, cómo para no hacerlo). Petty estudió los efectos del dinero en la economía, descubriendo la relación entre la cantidad de dinero y la actividad económica, pero no supo ver la relación entre el dinero y los precios, cosa que sí había hecho Martín de Azpilcueta.
A pesar de haber escrito una única obra como teórico de la economía (Essai sur la nature du commerce en général), el irlandés Richard Cantillon tiene una gran importancia en las primeras décadas del siglo XVIII. Una característica interesante de Cantillon es que separó por primera vez el análisis económico de sus anteriores mezclas con preocupaciones morales y teológicas, en el caso de los escolásticos, y políticas, en el caso de los mercantilistas. Al contrario que Petty con su teoría del valor-trabajo, Cantillon propuso una teoría subjetiva del valor, según la cual el valor de las cosas no está sujeto al trabajo asociado, sino que es subjetivo y depende de “humores, modas y modo de vida” de los consumidores. Cantillon fue el primero en hablar del empresario como un agente indispensable en el proceso económico y afirmó que, mientras que los obreros reciben un salario fijo, los empresarios arriesgan su capital, pero su renta puede ser incierta y que estos empresarios actúan buscando el interés personal (Adam Smith se quedó con la copla en este punto). También es conocido por estudiar los efectos que generaban en los tipos de interés el aumento o disminución de la oferta monetaria, así como el efecto de esta en los precios.

                                                                                                          Richard Cantillon
Mención aparte merece la vida de Richard Cantillon. Cantillon emigró a Francia, donde empezó a trabajar en el banco de su primo. Poco a poco fue ascendiendo y terminó por comprar el banco entero (bien hecho, Richard). Posteriormente, se asoció con John Law, que también era un personaje de cuidado.  Este economista escocés introdujo el papel moneda en Europa y se había convertido en el principal asesor financiero de la corte francesa. Law desató una gran inflación con la inyección masiva de este nuevo papel moneda. Esto produjo una salvaje burbuja especulativa en la Compañía del Misisipi, la compañía francesa que tenía el monopolio del comercio con las Indias Occidentales. La burbuja creó millonarios de la noche a la mañana y los franceses tiraban todos sus ahorros en comprar acciones de la compañía, entre ellos nuestro amigo Cantillon. Sin embargo, Cantillon supo ver agudamente esta burbuja, vendiendo todas sus acciones antes de que estallara. Y así es cómo se fabrica un multimillonario, niños. El fin de la vida de Cantillon fue tan atípico como su carrera. Un día se produjo un incendio en su casa y se lo encontraron muerto en su interior. Sin embargo, se descubrió que había sido asesinado antes del incendio. Se sospechó de su cocinero que después de los hechos huyó al extranjero con joyas robadas de la casa. Hoy en día sigue en busca y captura, así que si lo veis avisad.
No podemos terminar este repaso del siglo XVII sin hablar del gran John Locke. No en vano, Locke es considerado uno de los padres de Liberalismo Clásico. Destacó como un gran defensor de la propiedad privada y la libertad y creía que la labor del Estado, por lo tanto, debe ser la de velar por ellas. Locke estudió la relación entre el dinero y la actividad económica e introdujo el concepto de velocidad del dinero, conceptos que también desarrollaría Petty, como ya hemos dicho. También adivinó los efectos de los cambios de los tipos de interés sobre la oferta monetaria y las consecuencias negativas que tiene sobre la economía unos tipos de interés artificialmente bajos. El BCE en esta parte se hizo el longuis. Para Locke, por lo tanto, los tipos de interés deben regirse por las leyes naturales de la oferta y la demanda de la sociedad. Sin embargo, si por algo este intrépido autor inglés pasaría a la historia, encontrándose en la cima entre los principales personajes del liberalismo, formando incluso parte de la Royal Society, fue por su faceta filosófica. De hecho, su pensamiento filosófico influiría en las dos revoluciones liberales que se avecinaban en el mundo. Por un lado, la Revolución Francesa, teniendo discípulos como Voltaire o Rousseau, éste último finalmente desviándose a caminos más tibiamente socialdemócratas. Por otro, se podría decir que la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y su Declaración de Derechos son obras de su puño y letra. Respeto eterno a John Locke, muchachos.

Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
Unknown Co-Desarrollador

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