Creo que ya ha pasado el suficiente tiempo como para crear cierta
intriga, así que vamos a seguir contando la historia de EEUU y de los hombres
que contribuyeron a hacer ese país grande. Como comentábamos la última vez,
Carnegie había vendido su imperio del acero al magnate de la banca J.P. Morgan,
cumpliendo así su objetivo de superar a Rockefeller como hombre más rico del
mundo. Sin embargo, recién estrenado el siglo XX, los monopolios de Morgan y
Rockefeller se iban a enfrentar de nuevo al Estado y esta vez todo iba a ser
distinto.
En las últimas elecciones, recordemos, Carnegie, Rockefeller y
Morgan habían conseguido comprar su propio presidente, William McKinley, frente
al demócrata William Jennings Bryan, que pretendía desmantelar sus monopolios y
hurgarles los bolsillos. En esta ocasión el enemigo estaba emergiendo de las
filas del Partido Republicano, y su nombre no era otro que Theodore Roosevelt
(Teodoro Rosvelto para los que no sabéis inglés).
Para que nos entendamos, Roosevelt era el típico cowboy duro y
machote que cae bien a todo el mundo. Se había ganado cierta fama por su lucha
contra la corrupción, cuando estuvo a cargo de la prefectura de policía de
Nueva York, pero el grueso de su popularidad la consiguió al estallar la guerra
hispano-estadounidense, más conocida aquí como la guerra de Cuba o Desastre del
98. Nada más empezar la guerra, Roosevelt se alista a la cabeza de un
regimiento de caballería y su actuación durante el conflicto le permitió
ganarse una sólida reputación de héroe. De hecho, es el único presidente que ha
recibido la Medalla de Honor, la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas de
los EEUU. El caso es que al personal se le hacía el culo pepsicola con
Roosevelt, lo que le convirtió en un posible candidato para las elecciones
presidenciales de 1900.
Sabiendo la opinión que tenía Roosevelt de sus monopolios,
Rockefeller y Morgan empiezan a pensar la manera de deshacerse de él con el fin
de evitar que meta las zarpas en sus imperios. Sin embrago, Roosevelt no es
alguien al que puedan comprar con dinero, por lo que utilizan toda su
influencia para conseguirle un puesto atractivo, pero en el que no pueda
perjudicarles demasiado. Exacto, la vicepresidencia. Finalmente, logran
convencer a McKinley, el actual presidente que se presentaba a la reelección,
de que llevara a Roosevelt como su segundo en la papeleta.
Del lado demócrata, se presentaba Bryan, que continuaba su lucha
como campeón del proletariado. Sin embargo, el éxito del gobierno en la guerra
hispano-estadounidense y la buena marcha de la economía mermaron sus apoyos,
por lo que la pareja McKinley/Roosevelt se impuso por el 51,64% de los votos el
día de las elecciones.
Espera, espera, ¿entonces, ganó el candidato que querían
Rockefeller y Morgan y consiguieron que Roosevelt se quedara en un segundo
plano? ¿Cuál es el problema? El problema es que el 6 de septiembre de 1901,
apenas un año después de las elecciones, un anarquista llamado Leon Czolgosz
disparó al presidente durante una exposición. Una semana más tarde, McKinley
moría a causa de las heridas de bala, por lo que Theodore Roosevelt se
convirtió en el 26º presidente de los EEUU de América. Como podéis ver, el plan
de Morgan y Rockefeller había salido peor que la carrera de Stephen Hawkins
como jugador de baloncesto.
Una vez en la presidencia, Roosevelt impulsó la Sherman Antitrust Act, una ley que acababa
con la práctica monopolística. Comienza por lo tanto su batalla contra los
monopolios. El primero en caer fue el monopolio del ferrocarril que Morgan
poseía. En un intento por pararle los pies, Morgan se reunió con Roosevelt en
la Casa Blanca, pero descubrió que era un tipo que no podía ser influenciado o
comprado y no iba a cambiar de opinión, por lo que en 1902 la compañía de
ferrocarriles de Morgan, Northern
Securities Company, fue demandada por el gobierno. La Corte Suprema de los
EEUU falló a favor de este y dictaminó la disolución de la compañía. Era el fin
del monopolio del ferrocarril y un duro golpe para Morgan.
Uno a uno, todos los monopolios del país fueron cayendo ante el
rodillo Roosevelt, hasta que finalmente solo quedaban dos: US Steel Corporation, también de Morgan y forjada con la compra del
imperio del acero de Carnegie, y Standard
Oil, el gigante del petróleo de Rockefeller. Rockefeller había esquivado al
gobierno hasta entonces cambiando las sedes de estado y realizando no pocos
malabares legales, pero finalmente es obligado a declarar en el caso más grande
contra un monopolio hasta la fecha: los EEUU contra Standard Oil.
Standard
Oil es acusada de prácticas monopolísticas en el negocio del petróleo
a través de acciones abusivas y contrarias a la libre competencia. Rockefeller
declaró en defensa, no solo de su compañía, sino del modelo de negocio que
había creado. Durante el juicio, Rockefeller fue interrogado sobre los
supuestos sobornos y prácticas intimidatorias que había desarrollado para
levantar su imperio, a lo que él contestó con evasivas, sarcasmos y
justificaciones. Ante estas acusaciones Rockefeller llegó a responder: “Se hizo
como se hizo porque solo podía hacerse así. Nadie se quejó cuando llevé la luz
a todos los hogares de América. Nadie se quejó cuando creé decenas de miles de
puestos de trabajo. Nadie se quejó cuando traje millones de dólares de las
exportaciones. Este país funciona con petróleo, ustedes lo llaman monopolio, yo
lo llamo empresa”. El meollo de toda la cuestión se encontraba en demostrar el
carácter monopolístico de la empresa de Rockefeller y por lo tanto su oposición
a los dispuesto en la Sherman Antitrust
Act.
Finalmente, tras declarar más de 400 testigos y llenar más de
12.000 páginas de testimonios, el 15 de mayo de 1911, la Corte Suprema de los
EEUU tiene un veredicto para la Standard
Oil de Rockefeller. Se dictamina que Standard
Oil debe disolverse en un plazo máximo de seis meses, por lo que la
compañía es troceada en 34 pequeñas empresas. De la división de Standard Oil surgen otros grandes como Exxon, Mobil, Conoco, Sohio… muchas de ellas aún activas. Es el
ocaso de la era de los monopolios. Sin embargo, no nos pongamos tristes por
Rockefeller, pues este veredicto le convirtió en el accionista mayoritario de
34 monstruitos, lo que le catapultó de nuevo a la cima como el hombre más rico
del planeta.
Actualmente, la petrolera ExxonMobil es una de las empresas con mayor capitalización bursátil del mundo. |
Pero vamos a ver, ¿y qué pasó con Morgan y su US Steel Corporation? Todavía quedaba el monopolio del acero por
desmantelar, ¿no? Veo que habéis estado atentos, así que vamos a contarlo.
Viendo el percal que se le venía encima, Morgan intentó ganarse el favor del
gobierno para que no metieran las zarpas en su imperio. Para ello, utiliza su
poder e influencia y empieza a mediar para beneficiar a EEUU en el proyecto más
grande en el que se ha embarcado: la construcción del Canal de Panamá.
Los yanquis estaban como locos por abrir un canal a través de los
80 kilómetros del estrecho que facilitara el comercio y el transporte de
mercancías. Desde que los españoles llegaran al Nuevo Mundo se había tratado de
abrir una ruta alternativa a través de Panamá, porque, como comprenderéis, la
otra opción es rodear toda Sudamérica y aquello es un pateo de cojones. El caso
es que Morgan consigue una financiación de 40 millones de dólares para el
proyecto y con la ayuda de 75.000 trabajadores las obras empiezan a tomar
forma. Esto permite a Morgan esquivar durante un tiempo a la Corte Suprema,
pero su principal aportación al devenir de los EEUU todavía está por
realizarse.
El 13 de marzo de 1907 el Dow Jones comienza a precipitarse,
bajada que se mantiene durante ese verano y se acentúa en octubre. El pánico
cunde por todo el país ante la posibilidad de una nueva y profunda crisis y los
bancos empiezan a situarse al borde del precipicio. Ante esta situación, Morgan
se pone al frente y monta en su casa de Nueva York un equipo completo con el
que reconducir la situación. Morgan y su equipo estudian qué instituciones
pueden salvarse de la crisis y empiezan a canalizar los fondos para ello, con
el fin de evitar que vayan a la quiebra. Quiero que analicemos esto despacio
porque Morgan estaba asumiendo todas las funciones de un Banco Central. Una
sola persona haciendo el papel de un Banco Central entero. Finalmente, Morgan
permite participar al gobierno de EEUU en las operaciones y este empieza a
aportar fondos. El 24 de octubre, Morgan aporta 25 millones de dólares para
rescatar el mercado de valores y empieza a ser visto como un héroe, en lugar
del malvado empresario monopolista de antes. El gobierno de EEUU, con Roosevelt
a la cabeza, como es natural estaba flipando. Un solo hombre controlaba por
completo el mundo financiero de todo un país. Y no de cualquier país. Hasta tal
punto se asustaron los políticos del poder desplegado por Morgan, que a raíz de
este hecho se impulsó la creación de la Reserva Federal de EEUU el 23 de
diciembre de 1913. De la Reserva Federal ya hablaremos otro día, no os
preocupéis.
Este año, 1913, iba a ser de vital importancia para los tres
protagonistas de nuestra historia. El 31 de marzo de 1913, John Pierpont Morgan
fallece a la edad de 75 años. Morgan había dejado una huella tan profunda en
las finanzas y la banca de inversión que la Bolsa de Nueva York cerró y las
banderas de Wall Street lucieron a media asta en señal de duelo. Los dos viejos
adversarios, Carnegie y Rockefeller, se reunieron frente al panteón de Morgan y
al darse cuenta del paso del tiempo contemplando la tumba de su compañero,
entablan una nueva competición. Esta vez
no es por convertirse en el hombre más rico del mundo, sino una competición
sobre quién de los dos dona más dinero a la beneficencia. Frente al panteón
también se constata el fin de una época. La US
Steel Corporation de Morgan finalmente es disuelta por la Corte Suprema,
finalizando así definitivamente la era de los monopolios en EEUU. Carnegie,
Rockefeller y Morgan ceden el testigo a una nueva generación de empresarios que,
con su esfuerzo y talento, van a seguir beneficiando a su país. A la cabeza de
esta nueva generación está Henry Ford, que revolucionará la industria por
completo y ya durante estos primeros años del siglo XX empieza a hacer sus
pinitos. Pero de él ya hablaremos extensamente el próximo día.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario