lunes, 8 de mayo de 2017

Lo que esconde la Renta Básica



Ayer Europa temblaba de terror, parecía como si los cimientos de la Unión Europea, de pronto, no fueran tan sólidos, y estos pudieran finalmente caer y ser destruidos por uno de sus padres fundadores, pero Oh la la’, otra vez será (suspiro de alivio). Sin embargo, en El Club de la Economía no estamos para estas niñerías. No, nosotros vamos más allá, pensando a lo grande, y como es costumbre, metiéndonos donde no nos llaman, no precisamente a hacer amigos. Hoy no vamos hablar de Francia, ni de Europa ni del mundo, sino de temas un tanto más universales. Nunca mejor dicho, el Club de la Economía emprende un viaje hacia el infinito, y más allá. Nos disponemos a hablar sobre un tema tan oscuro, que bien podría englobar los 7 pecados capitales. Hoy hablaremos sobre la Renta Básica Universal. 



Antes de nada, y poniéndonos nuestras gafas socialistas, cuidadosamente guardadas bajo llave, empezaremos definiendo qué es esto de la Renta Básica (o RBU): ésta se trata de un salario que recibirían indiscriminadamente, indiferentemente e incondicionalmente todos los habitantes de un país, por el mero hecho de ser ciudadanos. No se distingue entre ricos y pobres, en paro o con trabajo, rubios o morenos. Da igual, todos reciben el mismo pago por la simple razón de existir.

Por tanto, esta Renta realmente acabaría con todos los males, enmendando los grandes errores producidos por Lucifer, quiero decir, el Capitalismo, evitando las grandes injusticias y desajustes económicos, estableciendo una igualdad real y garantizando, como mínimo, la supervivencia (con unicornios, arcoiris, ositos de peluche y Pablo Iglesias con aureola). Pero desafortunadamente, y lamentando ser siempre portadores de malas noticias, esto no es así. Así que, estatistas, dejadnos la Economía a nosotros.

Para empezar, vamos a definir la RBU con el calificativo que realmente merece. Nada de solidaria ni socialista, no, más bien tremendamente egoísta, o dicho con otras palabras para que se entienda mejor, profundamente antisocial.

La RBU incentiva a abandonar por completo cualquier intento de cooperación económica, o lo que es lo mismo, que se deje de competir y se acabe con todo tipo de sentido en cuanto a relaciones económicas. Esto tiene fácil explicación, ya que implantar una RBU garantiza a las personas aquellos bienes y servicios que el Estado considera suficientes y necesarios, por lo que independientemente de lo que las personas hagan con su vida, estas sobrevivirán.
Esto supone un claro desincentivo al trabajo, ya que dicho esfuerzo ya no es necesario, no es requisito indispensable. Aún así, está claro que las personas harán algo con sus vidas parasitadas por decreto. Sin embargo, el sistema favorecería que las personas fueran tan sumamente egoístas de hacer aquello que buenamente quieran (bañar al pez, la acupuntura al cactus…) sin tener ni por un instante en cuenta al resto, lo cual como ya nos avisaba John Nash, es necesario para prosperar económicamente.
La RBU se esconde y encierra en un individualismo extremo que dista mucho de ser el defendido por el liberalismo, ya que va en contra de los propios fundamentos y valores liberales. O dicho de otra forma, si una persona desea adquirir bienes o servicios producidos por otras personas, a cambio, deberá ofrecerles bienes o servicios que estos, a su vez, valoren, a través de intercambios VOLUNTARIOS. De esta forma, nadie podría ofrecer al prójimo más valor del que se obtiene de éste, aunque ciertamente esta sea nuestra intención, la ambición individual (de la que ya nos hablaba el tito Adam) de querer obtener mayor rentabilidad que el resto, luchando por este beneficio, en la competencia. Esto nos obligará a dedicar parte de nuestro tiempo a satisfacer las necesidades ajenas, para poder cumplir las propias.

En un mercado libre, las personas tienden a acumular mayor riqueza, dependiendo de la satisfacción que hayan sido capaces de crear, superando a la competencia. La RBU tiende a crear una igualdad que no es real, y que va mucho más allá de la igualdad ante la Ley que defiende el liberalismo, tratando de implantar una igualdad económica con puño de hierro y por decreto. Sí, todos seríamos iguales, igualmente pobres. La riqueza aumenta multiplicando, jamás dividiendo.

Por no hablar de que, tras haber visto todo esto, indudablemente se corre el riesgo de que, efectivamente, no haya nadie al otro lado dispuesto a ofrecer sus productos, ya que al no necesitar satisfacer las necesidades del resto para seguir con su vida, alomejor éste prefiere pasarse el día viendo Sálvame, yendo a la playa o jugando al FIFA.
Por otro lado, estaría la otra cara que esconde la RBU, que no es otra que el cierre de fronteras y un enorme proteccionismo. La Renta Básica no es compatible con la libertad de circulación, y muchísimo menos, con la inmigración. El propio Philippe Van Parijs (mayor defensor de la RBU) reconoce que para instalar satisfactoriamente la RBU en Occidente, y más aún, en la Unión Europea, sería necesaria una severa restricción migratoria. Esto es porque, a mayor redistribución del Estado de Bienestar, mayor necesidad de cerrar fronteras, ya que el resto del mundo también quiere cobrar por no hacer nada, siendo necesarias políticas migratorias enormemente restrictivas, para de ese forma, poder mantener una fuerte redistribución coactiva entre los nacionales. Otra solución propuesta sería otorgar esta Renta únicamente a los nacionales del país. Pero tanto construyendo muros en las fronteras como discriminado a los extranjeros, lo que se aprecia son valores racistas y xenófobos, suponiendo que los habitantes de tu país tienen más derechos que cualquier otra persona.

Y es que, para rematar, la RBU es completamente infinanciable. Aquellos que la defienden, son los mismos que, de nuevo, abusan del mágico termino de la Economía, el clásico “ceteris paribus”. O lo que es lo mismo, suponer que ante un aumento brutal de presión fiscal, hasta límites nunca antes vistos y protegiendo a la gente, sin necesidad de que estos hagan nada, no supondrá un cambio real en los hábitos de mercado. Osea, hay que tragarse el cuento de qué realmente sableando a impuestos a los ricos y pagar a todo el mundo por nada, no va a significar un cambio (radical) del mercado (familias y empresas), y sobretodo, que los grandes financiadores de ésta, que no son otros que las empresas del Ibex y los ricos, ¿de verdad ante tal saqueo impositivo no buscarían otros destinos menos confiscadores? Lo dicho, un cuento chino.
Haciendo que las principales fortunas y empresas huyan del país no aporta más riqueza, sino una destrucción total de la Economía, distribuyendo las cenizas y restos calcinados de ésta.

Y para aquellos que opinan que esto realmente no tendría que ser así, ya que la RBU es sencillamente una base de la cual todos partimos, que no te impide poder acumular rentas adicionales, entonces yo me pregunto, si todos partimos de la misma base ¿Qué la diferencia de partir de 0? ¿Para qué sirve? No tengo más preguntas.

Resulta curioso cómo un Salario mínimo de 600€ sea una miseria y un robo vergonzoso y paupérrimo, pero cobrar una Renta básica de 600€ es un acierto, un hito histórico y un logro social.

Incluso abandonando la Economía por un instante, y poniéndonos a filosofar, en las más oscuras y profundas entrañas de los fundamentos de la RBU, encontramos la verdad, el verdadero objetivo, que no es el de alcanzar una igualdad real, sino que pretende perpetuar la desigualdad existente, prevaleciendo los intereses y poder estatal sobre el conjunto del resto de ciudadanos, siendo el Estado el que maneja los hilos a su antojo, imponiendo coactivamente su voluntad.

Sin embargo, sí que existen soluciones y ayudas de muchos tipos para aquellas personas menos afortunadas qué realmente mejoran y benefician a estos, sin necesidad de cargárselo todo y echarlo por la borda.

Por un lado estaría la posibilidad de un impuesto negativo, que supondría que aquellas personas con trabajo, pese a obtener salarios bajos, vean aumentada su renta disponible deduciendo impuestos. De esta manera no se desincentivaría el trabajo, evitándose ese clientelismo. Sin duda alguna, no existe mejor renta para el ciudadano común que reducir los impuestos, y devolverle lo que es suyo y se ha ganado para su bolsillo. En definitiva, menos subvenciones y más deducciones.

Por otro lado estaría la renta subsidiaria de subsistencia, que se trata de una renta dirigida a garantizar la subsistencia de aquellas personas que, por incapacidad (y no porque sí) no son capaces de cooperar e integrarse en el libre mercado, manteniéndose de carácter subsidiario, lo que significa que ésta depende del resto de rentas recibidas. No se debe confundir con la RBU, ya que la renta de subsistencia no es universal (sino específica y particular para aquellos que la necesitan) ni tampoco es incondicional (sino sometida a la condición de que la persona sea incapaz de valerse por sí misma en el mercado libre. Los que no quieran cooperar, no la recibirán). Esta renta, de hecho, ha sido defendida por liberales de la talla de Friedrich Von Hayek, tratándose de una ayuda beneficiosa y financiable, no siendo necesario engordar el “Estado de Bienestar” hasta límites insospechados.

Ya veis, existen alternativas a la RBU que son perfectamente viables, positivas y que no se cargarían la Economía, pero ¿A quien dejaría de beneficiario estas rentas? Efectivamente, al gobernante. Para el político es mejor tener rehenes dependientes de la amabilidad y generosidad del gobernante, debiéndoles la vida a cambio de las migajas del asistencialismo. No se busca reducir la pobreza, sino mantenerla y perpetuarla para tener votantes sumisos. Pero aquí, en El Club de la Economía hemos decidido hacerles frente, y no pararemos hasta alcanzar lo que legítimamente es nuestro y nos pertenece. Seguiremos luchando, ahora y siempre, por la Libertad.

Esto es todo por hoy, joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos


Carlos Sánchez Pérez Co-Desarrollador

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