lunes, 17 de septiembre de 2018

Duelos Económicos (I): Economía de la Oferta vs Economía de la Demanda




Con el paso del tiempo, hemos ido diseccionando la Economía, como si de un estudio anatómico se tratase. Si nos habéis acompañado a lo largo de estos artículos, habréis podido comprobar de primera mano qué es laeconomía, habréis aprendido historia económica e incluso nos hemos permitido el lujo de enseñaros qué es la Macroeconomía y la Microeconomía.

Y tal vez os preguntareis ¿Y esto para qué? Más allá de lo obvio, es decir, poder presumir en la discoteca, hemos de confesaros que, realmente, todas han sido píldoras e ingredientes para que, llegado el momento, estuvieseis preparados para ir más allá dentro de esta apasionante ciencia social.
Pues bien, ese momento ha llegado, ya que el artículo que os traemos hoy requiere de todo eso. Nos adentraremos en las profundidades de la ciencia económica para darle un giro a todo lo que sabíamos, o más bien, creíamos saber.

Con éste artículo, inauguramos los duelos económicos, los cuales enfrentaran a economistas que defenderán con su vida (o aquel bien que marginalmente cada uno considere más preciado) sus corrientes de pensamiento económico. Así que, sin más dilación: que de comienzo los Duelos de Economía.

En la esquina inferior izquierda del ring, tenemos a los Economistas de la Demanda, liderados por el refinado caballero inglés, recién llegado de Cambridge: John Maynard Keynes!


En la esquina superior derecha del ring, tenemos a los Economistas de la Oferta, liderados por el apuesto y yanqui, recién llegado de Ohio: Arthur Laffer!





Round 1: Exposición de sus ideas.

Comencemos con los de Keynes, que llegaron con puntualidad británica. Los economistas de la Demanda lo son porque consideran que el medidor principal, sobre el cual debe pivotar toda economía, es la Demanda Agregada, también conocida como PIB o Renta Nacional.
La fórmula es bien sencillita:



Podríamos decir que ésta es la panacea de la Macroeconomía, porque sí chicos, hoy en día calculamos el valor económico de un país a partir de la fórmula que Keynes diseñó. Visto así parece muy sencillo: la producción total (bienes y servicios finales) se obtiene de la suma del Consumo (gasto de familias), Inversión (Gasto de Empresas), Gasto público (de las Administraciones del Estado) y el resultado de la diferencia entre Exportaciones (bienes y servicios que vendemos) e Importaciones (bienes y servicios que compramos).

Recordemos que los Economistas enfocados en la Demanda consideran que, para que una Economía sea próspera, la mejor manera es estimular la Demanda, aumentando el Consumo, Inversión o Gasto.
¿Y cómo alcanzar dicho estímulo? Pues Keynes quiso darle otra vuelta, y ahora la cosa se complica. Con todos ustedes, uno de los modelos que más quebraderos de cabeza han llevado a la economía:



El razonamiento matemático keynesiano es lógico. La inversa de lo que te queda, restando la Progresión Marginal a Consumir (es decir, en otras palabras, lo inverso a ahorrar) multiplicado por el PIB, da como resultado la Producción nacional, ajustada con el multiplicador keynesiano. ¿Y para qué sirve éste invento, os preguntaréis? Pues básicamente, para medir el impacto que tiene en la economía real una variación en sus componentes (aumento o disminución de Consumo, Inversión, Gasto…). Más tarde, volveremos sobre ello.

Damos ahora paso a los Economistas de la Oferta, cuyo planteamiento será sencillo de entender, porque es totalmente el contrario del enfoque en la Demanda.
En este caso, los economistas no consideran que para alcanzar el éxito económico haya que estimular la Demanda, sino la Oferta agregada. Y esto se traduce en implementar medidas que posibiliten condiciones más favorables para los productores que ofertan bienes y servicios, tales como la reducción de barreras y trabas (como los aranceles o impuestos) y la desregulación.
El eje central sobre el que se mueve dicha teoría, es la curva de Laffer



Lo que ésta gráfica tan característica viene a decirnos, es que, los impuestos (todos los tributos) y la recaudación (ingresos fiscales) no tienen una correlación positiva, o al menos no siempre, ya que llegados a determinados puntos, un incremento de impuestos podría conducir a una reducción de los ingresos.


Round 2: Crítica.

En cuanto al modelo de Demanda, habría que puntualizar algunos matices, para entender mejor con qué pie cojeaba Keynes.

En primer lugar, el multiplicador Keynesiano tiene algunos ceteris paribus (también conocidos como “ten fé, porque sino todo esto se va a la mierda”) que no estaría de menos comentar:

Para empezar, Keynes moldeaba la Economía su antojo, sí. Pero sus modelos no tenían en cuanta el factor externo, por lo que excluía de sus análisis el balance de Exportaciones e Importaciones, analizando Economías cerradas (en otras palabras, Economía abierta? Ugh, qué es eso, quita quita).

Por otro lado, Keynes consideraba que la totalidad de los factores productivos eran usados, no quedando absolutamente ninguno ocioso. Entenemos que Keynes fuese un tío trabajador, y eso de los hobbies no iban con él, pero de ahí a ser realista, hay un trecho.

Además, Keynes afirmaba que, si venían mal dadas, no importaba. La Demanda agregada tenía que equilibrarse con la Oferta, y por mucho déficit que pudiese generar una inversión en plena recesión, debía hacerse igualmente, ya que esta multiplicaría la renta, con la cual podría financiarse, y de lo contrario, una reducción en el Gasto generaría efectos multiplicadores adversos. Llegaba a afirmar que el Estado debería poder usar su poder coactivo para obligar a los ciudadanos a consumir para que de ésta manera, se le diera cuerda al flujo circular de la renta. Lástima que sus teorías sólo funcionasen tras una Guerra Mundial.

Por último, y no por ello menos aterrador, dejando claro que Keynes consideraba que toda Inversión, Gasto y Consumo eran beneficiosos para la economía, hasta el punto de tener efectos multiplicadores en la producción, Keynes proponía que la mejor política fiscal para estimular la Demanda era aumentar el Gasto Público. De ésta forma, Keynes descartaba la posibilidad de bajar impuestos, ya que, aunque en última instancia una mayor Renta Disponinle supondría mayor Consumo e Inversión, no siempre era así, ya que realmente, dependía de cuanta parte de esa Renta, las personas no consumiesen. O en otras palabras (probablemente, la palabra más odiada del Keynesianismo), dependía del Ahorro. Aumentando el Gasto, por tanto, las instituciones del Estado usarían su coacción impositiva para que la Propensión Marginal a Ahorrar de cada individo no se interpusiese en su camino.


En cuanto al modelo de Oferta, pese a tratarse evidentemente de una corriente a primera vista más apetecible, ya que tiene un poco menos de imposición y un mucho más de libertad, la principal crítica es que, en última instancia, y pese a que la Curva de Laffer realmente funciona, ésta funciona únicamente para mostrar en qué punto, el Estado maximiza su recaudación.

Es decir, aquellos que pretendían protegerse del aparato represor del fisco, realmente están otorgándole con toda su buena intención su arma al enemigo, sirviéndosela en bandeja de plata. No están consiguiendo lo que buscaban, que era reducir el tamaño del Estado, sino que le están diciendo al Estado la forma más eficiente de rapiñar.

Además, afirmar que engordar los bolsillos y ponerle la vida más fácil a las empresas, necesariamente debe multiplicar la producción y por tanto la oferta, tampoco siempre es cierto.

Por un lado, porque no se tienen en cuenta factores adversos, tales como la inflación, por la cual es posible aumentar la riqueza nominal, pero a la hora de la verdad, la producción real disminuya.

Y por otro lado, porque sencillamente podría suceder que las empresas decidan también atesorar dicho capital, a la espera de nuevas inversiones, o repartirlo entre sus inversores.

Round 3: Conclusiones Finales

Los modelos hoy vistos, son lo más cercano para un economista de jugar a ser Dios, y por eso tienen tanta fama entre planificadores centrales y burócratas.

Tanto el multiplicador de la Demando como de la Oferta deben tomarse con mucha cautela y cuidado. Pues son ese tipo de instrumentos que, caídos en malas manos, podrían generar una debacle.
Como diría el tío Ben: “Un gran multiplicador, conlleva una gran responsabilidad”


Esto es todo por hoy, joven padawan. Somos El Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos
Carlos Sánchez Pérez Co-Desarrollador

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