Ya es momento de retomar la historia de los tíos que
levantaron América, que si no esto es un cachondeo. Hemos tomado esta decisión de
manera unilateral y sabiendo que contraviene los Derechos Humanos, pero con la
conciencia tranquila porque hoy toca hablar de un personaje que merece la pena.
Hoy toca hablar de Steve Jobs.
Después de pasar por los monopolios de Rockefeller y
compañía y la revolución industrial de Henry Ford de principios del siglo XX nos
plantamos en los años veinte. En este punto tenemos que dar un salto, en el que
se produce el Crack del 29 y una guerra mundial que no le importa nadie, hasta
llegar al 24 de febrero de 1955, día en el que nace el señor que revolucionó la
industria informática, para los amigos, Steve Jobs.
Steve Jobs es hijo de Abdulfattah Jandali, un
inmigrante sirio musulmán, y Joanne Carole Schieble, una estadounidense de
ascendencia suiza y alemana. Por aquella época eran una joven pareja de
universitarios que deciden dar su hijo en adopción, con una condición: los
padres adoptivos del chiquillo debían tener un título universitario. Y nada de
mierdas como magisterio o filologías; no, de ingeniería para arriba (puede que
esto último no lo dijeran, pero seguro que lo pensaban). El caso es que estaba
todo preparado para que el todavía no nato Steve fuera adoptado por un abogado
y su mujer, pero en el último momento el matrimonio decidió que lo que quería
era una niña y se chafó todo. Así que, los que luego serían los padres de Steve
Jobs, Paul Jobs y Clara Hagopian, recibieron una llamada, preguntando si les
interesaba el crío. Sin embargo, había un problema, ya que eran una pareja de clase
media y sin estudios, pues ella era una ama de casa que no había ido a la
universidad y él un maquinista que ni siquiera había terminado el instituto (no
sé ni lo que es un título universitario, Hulio). La madre biológica de Steve
Jobs sólo aceptó firmar los papeles de la adopción siempre que la pareja se
comprometiera a que el bebé Steve algún día iría a la universidad. Este fue el comienzo
de su vida.
La nueva familia se mudó a Mountain View, California, donde
Jobs completó el colegio y la secundaria. Debido a su afición por la
electrónica se unió al Hewlett-Packard
Explorer Club, donde ingenieros de Hewlett-Packard
(los de los ordenadores HP) enseñaban a los chavales sus productos. Fue así
cómo Steve Jobs contempló por primera vez una computadora y se le quedó el culo
torcido. Fue en esa empresa, HP, donde conocería a su amigo Steve Wozniak en
unas prácticas de verano. Quedaos con este nombre.
A la edad de 17 años, los padres adoptivos de Jobs cumplen
su promesa y este entra en la universidad de Reed College, en Portland, Oregón.
Seis meses después de llegar a la universidad, Jobs no ve utilidad alguna a sus
estudios y debido al alto coste de la matrícula que tenían que pagar sus padres
decidió dejarlos. Sin embargo, nuestro joven Steve no vuelve a casa, sino que
se queda en la universidad y empieza a asistir como oyente solo a las clases
que le parecen más interesantes. Al no tener dormitorio propio, Jobs dormía en
el suelo de la residencia de sus compañeros y recogía envases de Coca-Cola por
cinco centavos para poder comer. Durante esta época decide apuntarse a un curso
de caligrafía que ofrecía la universidad, uno de los mejores cursos de
caligrafía del país en ese momento. Jobs no veía aplicación práctica alguna a
ese conocimiento, pero decidió apuntarse porque “era muy hermoso, histórica y
artísticamente, de una forma en que la ciencia no puede capturar…”.
Curiosamente, diez años después, cuando estaba diseñando el primer Macintosh,
todo ese conocimiento le sirvió para añadir distintos tipos de tipografías, y
es por eso por lo que hoy todos los PCs tienen tal variedad de tipografías de
gran calidad; porque Steve Jobs no tenía otra cosa que hacer que apuntarse a un
curso de caligrafía a los 18 años. Jobs pasó el siguiente año y medio
asistiendo de oyente a distintas clases que le interesaban, hasta que en 1974
dejó la universidad definitivamente y volvió a California.
Al volver a casa consiguió trabajo como técnico en la
compañía de videojuegos Atari y
empezó a asistir a las reuniones del Homebrew
Computer Club, de la mano de Steve Wozniak. Es en estas reuniones donde
Wozniak empieza a hablarle de la idea de un ordenador doméstico y a Steve se le
cae el culo con las posibilidades monetarias de la idea. A continuación,
realiza un retiro espiritual a la India (cuidado con estos retiros en los que
puedes alcanzar la iluminación y el cólera) y a su vuelta decide fundar Apple con Wozniak. Ambos dejan sus
empleos y dedican todo su tiempo a la nueva compañía, que fundan en el garaje
de la casa de los padres de Jobs. Este se encarga de las ventas y las
negociaciones mientras que Wozniak de construir la máquina. Nace así el Apple
I, que se pone a la venta el 1 de julio de 1976 por 666,66 dólares.
Apple I. Recordad, estamos en 1976. |
Debido a este enorme
ascenso, la empresa necesitaba atraer profesionales que asumieran distintos
roles para mantener su éxito. Ya en 1983, Jobs convenció a John Sculley,
director ejecutivo de Pepsi-Cola,
para que se convirtiera en CEO de Apple,
supuestamente con la frase: “¿Quieres seguir vendiendo agua azucarada durante
el resto de tu vida o quieres venir conmigo y cambiar el mundo?”. Sin embargo,
Jobs se daría cuenta más tarde de que esta decisión no fue la más acertada.
Durante los siguientes meses la tensión entre ambos fue en aumento debido a sus
opiniones encontradas sobre el rumbo de la empresa, principalmente por el
proyecto Macintosh, del que Steve Jobs era impulsor. Tras una larga lucha interna,
en 1985, Sculley despidió a Jobs y tuvo que dejar la compañía que él mismo
había creado. Se había quedado fuera del proyecto al que había dedicado toda su
vida adulta. Sin embargo, como él mismo diría años más tarde en el ya famoso
discurso de la ceremonia de graduación de Stanford, el hecho de que le echaran
de Apple fue “lo mejor que le podría
haber pasado”.
Tras abandonar Apple,
Jobs, con 30 años y millonario, podría haberse ido a su casa de California y
luchar contra la extinción del búho moteado, pero, parafraseando a Brad Pitt en
Troya, nadie recordaría su nombre. En
lugar de eso, Jobs no se paró ni un momento e invirtió diez millones de dólares
en la división de animación de Lucasfilm de
George Lucas (os sonará por ciertas películas de una galaxia muy lejana),
naciendo así los estudios Pixar de
animación. En 1995 estos estudios crearon el primer largometraje generado
completamente por computadora: Toy Story.
La película se convirtió en la más taquillera de ese año y la primera de la
alianza Disney-Pixar en ganar un premio Óscar. En los años siguientes les
seguirían otros éxitos que todos conocemos como Monstruos S.A., Buscando a
Nemo, WALL-E, Up… Parece que no le fue del todo mal
fuera de Apple.
Paralelamente a la creación de Pixar, Jobs fundó la empresa NeXT
Computer Inc., con una inversión de siete millones de dólares. En 1988 NeXT lanzó su primera computadora, con
una gran variedad de funciones. No obstante, las ventas resultaron ser
decepcionantes por su elevado coste y su incompatibilidad con la mayoría de los
sistemas existentes. A pesar de su escaso éxito en el mercado, Tim Berners-Lee,
el desarrollador de la web, admitió que el sistema operativo y las herramientas
de programación de este ordenador resultaron de vital importancia en el nacimiento
de la World Wide Web. Es decir, si
vosotros, lectores, estáis leyendo estas líneas a día de hoy es en parte
gracias a Steve Jobs. Ya en 1993 Jobs decidió dejar de lado todo este tema del
hardware que tan pocos beneficios le había dado y centrarse en la división de
software.
Steve Jobs con el ordenador de marras. |
Mientras tanto, su antigua empresa no pasaba por su mejor
momento. IBM y Microsoft le estaban comiendo la tostada a Apple a pasos agigantados desde la salida de Jobs de la compañía.
Los bajos costes de los nuevos ordenadores y los nuevos sistemas operativos de Microsoft (supuestamente plagiados de Apple) estaban ahogando a la empresa de
la manzana. Inmersa en demandas y pleitos con sus competidores y en medio de
una profunda crisis, Apple decidió
comprar Next por 400 millones de
dólares, de tal manera que Jobs
volvió a la empresa casi diez años después de que fuera obligado a irse. Unos meses después, la dimisión del
presidente de Apple permitió a Jobs
recuperar las riendas de su compañía.
Nada más volver, Steve Jobs tomó la decisión de establecer
una alianza con su competidor Microsoft
al terminar comprendiendo que ambas empresas se necesitaban. La compañía rival
adquirió un 4% de Apple por 150
millones de dólares, firmó un acuerdo para proporcionar software a Apple y esta se comprometió a hacer la
vista gorda con la interfaz gráfica supuestamente plagiada. Ah, la diplomacia.
En 1998, Jobs volvió a dar la vuelta al mercado con el
lanzamiento del iMac, un ordenador compacto y de diseño vanguardista. El éxito
de ventas de esta computadora devolvió a Apple
a la cima de los fabricantes de ordenadores de EEUU y supuso la
revalorización del 50% de las acciones de la compañía. Las siguientes versiones
del iMac, con mejor diseño y prestaciones, siguieron cosechando éxitos para Apple. Desde ese momento el ascenso de Apple continuó sin descanso, con una
mentalidad centrada en fabricar productos elegantes y de novedosas funcionalidades.
Ya en 2001, Jobs empezó a probar nuevas líneas de negocio, metiéndose de lleno
en el sector musical con el iPod, un reproductor de música de bolsillo. Poco
después, creó la tienda musical iTunes, que inmediatamente se puso a la cabeza
de la música de venta en línea.
En octubre de 2003, a Jobs le fue diagnosticado un cáncer de
páncreas. Durante los nueve meses siguientes el presidente de la compañía de la
manzana se negó a tratarse ni someterse a cirugía, optando por la medicina
alternativa y la dieta, por lo que puede que perdiera un tiempo precioso en la
lucha contra su enfermedad. Durante los años siguientes, a pesar del deterioro
de su salud, siguió trabajando a tiempo completo para Apple y lanzando sus productos más exitosos.
Quizá la mayor de las aportaciones de Apple al mundo de la tecnología ha sido sin duda su gama teléfonos
inteligentes iPhone. El primer iPhone fue desarrollado bajo la supervisión del
propio Steve Jobs con un coste de 150 millones de dólares durante 30 meses.
Jobs revolucionó el mundo de la telefonía móvil creando un aparato que ya poco
se parecía a un móvil. ¿Cuántas personas en los 90 podrían haber imaginado un
dispositivo que fuera a la vez un teléfono, un reproductor de música y un
navegador de internet y que además fuese táctil? Como el mismo Jobs dijo en la
presentación del iPhone en 2007 “Apple ha
conseguido reinventar el teléfono”. Toda la razón, Steve. El iPhone fue
declarado invento del año por la revista Time
y la gente perdió el culo por conseguir uno. A este dispositivo le siguieron
las nuevas generaciones de iPhone, iPad y portátiles que obtendrían aún más
éxito y que serían imitados por la competencia. En conclusión, el mundo que hoy
conocemos de dispositivos móviles multitáctiles y conectados es en gran medida
gracias a Steve Jobs.
Echando la mañana para comprarse un móvil. Vivimos en un paraíso. |
La enfermedad que arrastraba desde los últimos años
terminaría por obligarle a tomarse excedencias médicas de su puesto, hasta que
el 24 de agosto de 2011 presentó su renuncia como presidente de Apple. Ese día las acciones de la
empresa se desplomaron un 5%. Finalmente, el 5 de octubre de 2011, Steve Jobs
falleció en su casa de Palo Alto, California, a la edad de 56 años y como
consecuencia de la metástasis de su cáncer de páncreas. Apple, su gran legado, es hoy en día la empresa más grande del
mundo, con una capitalización bursátil de un billón de dólares (doce ceros, o
lo que es lo mismo, un millón de millones) y más de 125.000 empleados. No está
nada mal.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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