lunes, 3 de septiembre de 2018

Érase una vez la Economía V: siglo XX



El siglo XX es probablemente la centuria más loca que le ha tocado vivir a esta, nuestra especie. Se trata de un siglo de profundos contrastes, con avances tecnológicos y científicos nunca antes soñados y un aumento de la prosperidad y la libertad a nivel global; pero también es el siglo que fue testigo de los peores totalitarismos y las carnicerías más espectaculares de las que ha sido capaz el ser humano.

En los primeros años de 1900 las potencias europeas controlaban el patio con sus grandes imperios coloniales, su abrumadora superioridad técnica y económica y su todavía poquito de esclavismo mal disimulado. Las tensiones imperialistas en Europa acabaron desembocando en la Gran Guerra, un conflicto como nunca se había visto has entonces. Cuatro años y unos cuantos millones de muertos después Alemania y Austria-Hungría habían perdido y la hegemonía mundial cambiaba de manos. EEUU, calienta que sales. Paralelamente, Rusia es tomada por los comunistas, poniéndose en práctica así las teorías del marxismo (sale mal).

Al final de la década de los veinte se produce el Crack del 29 y el mundo occidental se queda hecho unos zorros. Esta situación de pesimismo económico, unida al resentimiento por la anterior guerra, permite llegar al poder en Alemania a los matones de la esvástica, que se ponen a pegar palos a los vecinos. Se inicia así una guerra a escala global que termina por matar al 2,5% de la población mundial.

Tras la nueva derrota de Alemania y sus aliados (esta gente nunca se cansa de perder), el mundo queda dividido en dos bloques: el Occidente capitalista y el coco de la hoz y el martillo. Durante esta segunda mitad del siglo XX se produce un progreso científico inimaginable que todavía hoy somos incapaces de asimilar. Gracias a esto hemos conseguido prolongar la vida de manera extraordinaria, llegar a la Luna y lo más importante de todo: Internet.


Coge el mapa que creo que esto no es Cuenca.

Una vez hechas las presentaciones con el siglo XX, pongámonos con los economistas que pulularon por el mundo durante estos años que les tocaron vivir. El primero no puede ser otro que nuestro común amigo Ludwig von Mises. A pesar de sus grandes contribuciones a la economía, Mises es recordado principalmente por ser un peso pesado de la Escuela Austríaca y del liberalismo. En 1912 publica La teoría del dinero y del crédito, donde Mises se ve influenciado por la teoría del valor de Carl Menger para elaborar una nueva teoría, según la cual las crisis son causadas por una mala distribución de los recursos debido a la inflación. Sobre esta base, Mises argumentó que la cantidad de dinero en la economía no es neutral, sino que el aumento de la masa monetaria tiene efectos redistributivos. Posteriormente, Mises publicó El socialismo: un análisis económico y sociológico, obra que supone una crítica concienzuda al socialismo. Mises defiende nuevamente el laissez-faire, pues una sociedad construida al margen del mercado, como son los sistemas comunistas, es inviable, ya que en ella es imposible el cálculo económico y por lo tanto la solución racional de los problemas económicos. Este texto tuvo mucha influencia posteriormente debido a que predijo con mucha antelación el fracaso del socialismo, evitando valoraciones éticas y morales.

Sin embargo, la obra principal de Mises es, sin duda, La acción humana, escrita en 1949. Se trata de un tocho de más de mil páginas en el que Mises trata a la economía solo como una parte de una ciencia más universal, la praxeología o ciencia de todo tipo de acción humana. Mises parte de la acción individual para explicar de manera integrada el funcionamiento del mercado, la formación de los precios, el dinero, la crucial función del empresario, etc. En conclusión, nuestro Ludwig elabora un razonado alegato a favor del capitalismo y la libertad. Este libro supone su obra cumbre debido a la enorme influencia que ha ejercido en las sucesivas generaciones de economistas.

Pasamos ahora a hablar de un economista muy diferente a Mises, pero que sin embargo es uno de los economistas con más repercusión de todo el siglo XX. Efectivamente, hablamos de John Maynard Keynes. Keynes nació en 1883 y se graduó en Economía en la Universidad de Cambridge. Tras desempeñar diversos puestos en la administración británica, participó en la Conferencia de Paz de París después de la Primera Guerra Mundial, donde discrepó profundamente de las medidas económicas adoptadas contra Alemania. Keynes argumentaba que las sanciones que se querían imponer provocarían grandes dificultades para el país y lo llevarían al desorden social. El tiempo le acabaría dando la razón por completo en este asunto. Durante este período escribió algunas obras destacadas como Tratado sobre probabilidades y Tratado sobre la reforma monetaria, donde contribuía a las bases matemáticas de la probabilidad y criticaba las políticas deflacionarias, respectivamente.


Hola, amigos. Soy Keynes. Disculpen, pero me pillan aquí leyendo este libro con cara de intenso.

Su obra central es Teoría general del empleo, el interés y el dinero, de 1936, en la que establece las bases de su propio modelo económico, el modelo keynesiano, que tanta influencia tendría a la larga. En contra de la corriente general de la época que defendía el laissez-faire y el equilibrio presupuestario, Keynes creía que el Estado debía intervenir activamente en la economía en épocas de crisis, como era el caso de la Gran Depresión. El argumento era que el desempleo no se produce por una falta de recursos, sino por una falta de demanda que da lugar a que no haya los suficientes bienes como para dar trabajo a todos. Por lo tanto, ante una economía debilitada por la baja demanda, el gobierno debe tratar de incrementar la demanda agregada (demanda total de la sociedad) a través de un aumento del gasto público. De este modo, según Keynes, gracias a ese aumento del gasto público aumenta la producción, la inversión y el empleo. Básicamente que el Estado gaste en inversiones y obras públicas para favorecer el empleo.

- ¡Mi teoría no tiene fisuras, es brillante! Jajaja.
- Pero señor Keynes, ¿y qué pasa con el déficit público?
- Calla y hazme un sándwich.

Este modelo tuvo una enorme influencia, principalmente en el New Deal que impulsó Roosevelt en EEUU para salir de la Gran Depresión. Evidentemente terminó con erótico resultado. Keynes también tuvo un destacado papel formando parte de la delegación británica en los acuerdos de Bretton Woods de 1944. En esta conferencia internacional se decidió la creación del Banco Mundial y del FMI, se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países y se fijó el dólar como moneda de referencia internacional.

Un economista que tuvo mucha relación con Keynes fue el italiano Piero Sraffa, economista importante del siglo XX, a pesar de no ser de los más conocidos. Debido a su condición de marxista, Sraffa tuvo que huir de Italia y Keynes le ofreció un puesto en la Universidad de Cambridge. En un primer momento, destaca por su crítica de las teorías de Alfred Marshall, al que acusa de violar su propio concepto de ceteris paribus. Como buen comunista, Sraffa rechazó en sus escritos la teoría de la utilidad marginal, según la cual el valor de algo depende de la cantidad de ese algo (como ya vimos, si aceptamos esta premisa la teoría marxista al completo se viene abajo).

Se le considera el fundador de la escuela neoricardiana por el profundo estudio que realizó de la obra de David Ricardo, de la que publicó también una extensa crítica. Su libro más destacado a este respecto y su obra cumbre es Producción de mercancías por medio de mercancías, donde se aparta de la teoría de la utilidad marginal, mayoritaria por aquel entonces, y se dedica a perfeccionar la teoría del valor desarrollada por Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx.

Otra economista de este siglo es Gunnar Myrdal, doctorado en Economía por la Universidad de Estocolmo. Este sueco destacó por sus análisis de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales, es decir, por su defensa de la interdisciplinariedad de las ciencias sociales. Esto fue fundamental, por lo tanto, para situar la economía en distintos campos. También realizó análisis sobre la pobreza en los países en vías de desarrollo y propone la igualdad de oportunidades y la redistribución mundial para disminuir la brecha entre países pobres y ricos. Sin embargo, su principal aportación a la ciencia económica fue su trabajo sobre la teoría del dinero y las fluctuaciones económicas, por el que recibió el premio Nobel junto a uno de los economistas más importantes de la centuria: Friedrich Hayek.

Hayek, discípulo del antes mencionado Ludwig von Mises, es sin duda alguna el más conocido de los pensadores de la Escuela Austríaca. Como ya dijimos, esta escuela de pensamiento se opone a la intervención estatal en la economía y defiende la utilidad marginal y la libertad individual. No obstante, Hayek empezó teniendo posiciones próximas al socialismo durante sus años de universidad y no fue hasta leer el libro El socialismo de su maestro Mises que abandonó esa ideología y se convirtió en liberal.  Nunca se lo agradeceremos a Mises lo suficiente.


Friedrich Hayek.

La contribución más temprana de Hayek fue su desarrollo de una teoría del ciclo económico. La teoría de Hayek postula la tasa de interés natural como un precio que coordina las decisiones de ahorradores e inversores a través del tiempo. El ciclo ocurre cuando la tasa de interés de mercado, es decir, la que prevalece en el mercado, diverge de esta tasa de interés natural. Esto hace que la estructura del stock de capital se distorsione, por lo que ya no refleja los deseos de ahorradores e inversores expresados ​​en el mercado. Esta teoría no sentó nada bien a la peña en su momento, ya que implicaba que los intentos de contrarrestar una recesión o un período de alto desempleo con un aumento en la oferta monetaria distorsionarían aún más la estructura del stock de capital. Su remedio fue simplemente permitir que la recesión se cumpliera, permitiendo así que la tasa de mercado volviera a la tasa natural. En otras palabras, los políticos tenían que comprender que a veces es mejor quedarse quieto para no estropear más la situación, pero no hay cosa que le guste más al Estado que meter sus zarpas en estas movidas.

A lo largo de su vida, Hayek criticó el socialismo, a menudo contrastándolo con un sistema de libre mercado, basándose en razones económicas, políticas y éticas. A este respecto destaca su obra cumbre Camino de servidumbre. El argumento principal del libro es que los totalitarismos, entre ellos el socialismo, derivan del colectivismo, un sistema incompatible con la libertad humana, según Hayek. Los planificadores de la economía, al no contar con toda la información del mercado, son incapaces de llevar a cabo un cálculo económico eficiente, lo que provoca que tengan que utilizar la coerción para que los ciudadanos acaten sus planes. Esta situación supone la anulación de las libertades individuales y, en último término, la instalación de una dictadura. De este modo, la planificación económica que busca en un primer momento “la justicia social” conduce necesariamente al totalitarismo y la pérdida de las libertades económicas y personales. Hayek ilustra su argumento con los ejemplos de la Alemania nazi y la Rusia comunista.

En cambio, en una sociedad democrática, con libre mercado, cuyos habitantes gozan de libertades individuales protegidas por la ley y derechos de propiedad bien definidos, el mercado cuenta con los mecanismos necesarios para realizar un eficiente cálculo económico, pues los empresarios buscan el máximo beneficio económico. Por este tipo de cosas, en este blog siempre estamos en el equipo de Hayek.

La enorme influencia de Hayek se dejó notar principalmente en los últimos años, cuando asesoró a distintos líderes políticos, como Margaret Tatcher, propiciando de este modo el auge del liberalismo económico en la década de los 70. El presidente de los EEUU Ronald Reagan afirmó que, junto a Milton Friedman, Hayek era de las personas que más habían influido en él. Asimismo, tuvo una fuerte influencia en la Revolución de Terciopelo que significó la caída del partido comunista checo y en las reformas que pusieron en práctica los países de Europa del este a partir de 1989.

Todavía falta hablar de mucha gente interesante en el siglo XX (es un siglo concentrado) pero eso será en la segunda parte de este artículo, lo prometemos.

Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.

Unknown Co-Desarrollador

No hay comentarios:

Publicar un comentario