El siglo XX es probablemente la centuria más loca que le ha
tocado vivir a esta, nuestra especie. Se trata de un siglo de profundos
contrastes, con avances tecnológicos y científicos nunca antes soñados y un
aumento de la prosperidad y la libertad a nivel global; pero también es el
siglo que fue testigo de los peores totalitarismos y las carnicerías más
espectaculares de las que ha sido capaz el ser humano.
En los primeros años de 1900 las potencias europeas
controlaban el patio con sus grandes imperios coloniales, su abrumadora
superioridad técnica y económica y su todavía poquito de esclavismo mal
disimulado. Las tensiones imperialistas en Europa acabaron desembocando en la
Gran Guerra, un conflicto como nunca se había visto has entonces. Cuatro años y
unos cuantos millones de muertos después Alemania y Austria-Hungría habían
perdido y la hegemonía mundial cambiaba de manos. EEUU, calienta que sales. Paralelamente,
Rusia es tomada por los comunistas, poniéndose en práctica así las teorías del
marxismo (sale mal).
Al final de la década de los veinte se produce el Crack del
29 y el mundo occidental se queda hecho unos zorros. Esta situación de
pesimismo económico, unida al resentimiento por la anterior guerra, permite
llegar al poder en Alemania a los matones de la esvástica, que se ponen a pegar
palos a los vecinos. Se inicia así una guerra a escala global que termina por
matar al 2,5% de la población mundial.
Tras la nueva derrota de Alemania y sus aliados (esta gente
nunca se cansa de perder), el mundo queda dividido en dos bloques: el Occidente
capitalista y el coco de la hoz y el martillo. Durante esta segunda mitad del
siglo XX se produce un progreso científico inimaginable que todavía hoy somos
incapaces de asimilar. Gracias a esto hemos conseguido prolongar la vida de
manera extraordinaria, llegar a la Luna y lo más importante de todo: Internet.
Coge el mapa que creo que esto no es Cuenca. |
Una vez hechas las presentaciones con el siglo XX,
pongámonos con los economistas que pulularon por el mundo durante estos años
que les tocaron vivir. El primero no puede ser otro que nuestro común amigo
Ludwig von Mises. A pesar de sus grandes contribuciones a la economía, Mises es
recordado principalmente por ser un peso pesado de la Escuela Austríaca y del
liberalismo. En 1912 publica La teoría
del dinero y del crédito, donde Mises se ve influenciado por la teoría del
valor de Carl Menger para elaborar una nueva teoría, según la cual las crisis
son causadas por una mala distribución de los recursos debido a la inflación. Sobre
esta base, Mises argumentó que la cantidad de dinero en la economía no es neutral, sino que
el aumento de la masa monetaria tiene efectos redistributivos. Posteriormente,
Mises publicó El socialismo: un análisis
económico y sociológico, obra que supone una crítica concienzuda al
socialismo. Mises defiende nuevamente el laissez-faire,
pues una sociedad construida al margen del mercado, como son los sistemas
comunistas, es inviable, ya que en ella es imposible el cálculo económico y por
lo tanto la solución racional de los problemas económicos. Este texto tuvo
mucha influencia posteriormente debido a que predijo con mucha antelación el
fracaso del socialismo, evitando valoraciones éticas y morales.
Sin embargo, la obra principal de Mises es, sin duda, La acción humana, escrita en 1949. Se
trata de un tocho de más de mil páginas en el que Mises trata a la economía
solo como una parte de una ciencia más universal, la praxeología o ciencia de
todo tipo de acción humana. Mises parte de la acción individual para explicar
de manera integrada el funcionamiento del mercado, la formación de los precios,
el dinero, la crucial función del empresario, etc. En conclusión, nuestro
Ludwig elabora un razonado alegato a favor del capitalismo y la libertad. Este
libro supone su obra cumbre debido a la enorme influencia que ha ejercido en
las sucesivas generaciones de economistas.
Pasamos ahora a hablar de un economista muy diferente a
Mises, pero que sin embargo es uno de los economistas con más repercusión de
todo el siglo XX. Efectivamente, hablamos de John Maynard Keynes. Keynes nació
en 1883 y se graduó en Economía en la Universidad de Cambridge. Tras desempeñar
diversos puestos en la administración británica, participó en la Conferencia de
Paz de París después de la Primera Guerra Mundial, donde discrepó profundamente
de las medidas económicas adoptadas contra Alemania. Keynes argumentaba que las
sanciones que se querían imponer provocarían grandes dificultades para el país
y lo llevarían al desorden social. El tiempo le acabaría dando la razón por
completo en este asunto. Durante este período escribió algunas obras destacadas
como Tratado sobre probabilidades y Tratado sobre la reforma monetaria,
donde contribuía a las bases matemáticas de la probabilidad y criticaba las
políticas deflacionarias, respectivamente.
Hola, amigos. Soy Keynes. Disculpen, pero me pillan aquí leyendo este libro con cara de intenso. |
Su obra central es Teoría
general del empleo, el interés y el dinero, de 1936, en la que establece
las bases de su propio modelo económico, el modelo keynesiano, que tanta
influencia tendría a la larga. En contra de la corriente general de la época
que defendía el laissez-faire y el
equilibrio presupuestario, Keynes creía que el Estado debía intervenir
activamente en la economía en épocas de crisis, como era el caso de la Gran
Depresión. El argumento era que el desempleo no se produce por una falta de
recursos, sino por una falta de demanda que da lugar a que no haya los
suficientes bienes como para dar trabajo a todos. Por lo tanto, ante una
economía debilitada por la baja demanda, el gobierno debe tratar de incrementar
la demanda agregada (demanda total de la sociedad) a través de un aumento del
gasto público. De este modo, según Keynes, gracias a ese aumento del gasto
público aumenta la producción, la inversión y el empleo. Básicamente que el
Estado gaste en inversiones y obras públicas para favorecer el empleo.
- ¡Mi teoría no tiene fisuras, es brillante! Jajaja.
- Pero señor Keynes, ¿y qué pasa con el déficit público?
- Calla y hazme un sándwich.
Este modelo tuvo una enorme influencia, principalmente en el
New Deal que impulsó Roosevelt en
EEUU para salir de la Gran Depresión. Evidentemente terminó con erótico
resultado. Keynes también tuvo un destacado papel formando parte de la
delegación británica en los acuerdos de Bretton Woods de 1944. En esta
conferencia internacional se decidió la creación del Banco Mundial y del FMI,
se establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre
los países y se fijó el dólar como moneda de referencia internacional.
Un economista que tuvo mucha relación con Keynes fue el
italiano Piero Sraffa, economista importante del siglo XX, a pesar de no ser de
los más conocidos. Debido a su condición de marxista, Sraffa tuvo que huir de
Italia y Keynes le ofreció un puesto en la Universidad de Cambridge. En un
primer momento, destaca por su crítica de las teorías de Alfred Marshall, al
que acusa de violar su propio concepto de ceteris
paribus. Como buen comunista, Sraffa rechazó en sus escritos la teoría de
la utilidad marginal, según la cual el valor de algo depende de la cantidad de
ese algo (como ya vimos, si aceptamos esta premisa la teoría marxista al
completo se viene abajo).
Se le considera el fundador de la escuela neoricardiana por
el profundo estudio que realizó de la obra de David Ricardo, de la que publicó
también una extensa crítica. Su libro más destacado a este respecto y su obra
cumbre es Producción de mercancías por
medio de mercancías, donde se aparta de la teoría de la utilidad marginal,
mayoritaria por aquel entonces, y se dedica a perfeccionar la teoría del valor
desarrollada por Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx.
Otra economista de este siglo es Gunnar Myrdal, doctorado en
Economía por la Universidad de Estocolmo. Este sueco destacó por sus análisis
de la interdependencia de los fenómenos económicos, sociales e institucionales,
es decir, por su defensa de la interdisciplinariedad de las ciencias sociales.
Esto fue fundamental, por lo tanto, para situar la economía en distintos
campos. También realizó análisis sobre la pobreza en los países en vías de desarrollo
y propone la igualdad de oportunidades y la redistribución mundial para
disminuir la brecha entre países pobres y ricos. Sin embargo, su principal
aportación a la ciencia económica fue su trabajo sobre la teoría del dinero y
las fluctuaciones económicas, por el que recibió el premio Nobel junto a uno de
los economistas más importantes de la centuria: Friedrich Hayek.
Hayek, discípulo del antes mencionado Ludwig von Mises, es sin
duda alguna el más conocido de los pensadores de la Escuela Austríaca. Como ya
dijimos, esta escuela de pensamiento se opone a la intervención estatal en la
economía y defiende la utilidad marginal y la libertad individual. No obstante,
Hayek empezó teniendo posiciones próximas al socialismo durante sus años de
universidad y no fue hasta leer el libro El
socialismo de su maestro Mises que abandonó esa ideología y se convirtió en
liberal. Nunca se lo agradeceremos a
Mises lo suficiente.
Friedrich Hayek. |
La contribución más temprana de Hayek fue su desarrollo de
una teoría del ciclo económico. La teoría de Hayek postula la tasa de interés
natural como un precio que coordina las decisiones de ahorradores e inversores
a través del tiempo. El ciclo ocurre cuando la tasa de interés de mercado, es
decir, la que prevalece en el mercado, diverge de esta tasa de interés natural.
Esto hace que la estructura del stock de capital se distorsione, por lo que ya
no refleja los deseos de ahorradores e inversores expresados en el mercado. Esta
teoría no sentó nada bien a la peña en su momento, ya que implicaba que los
intentos de contrarrestar una recesión o un período de alto desempleo con un
aumento en la oferta monetaria distorsionarían aún más la estructura del stock
de capital. Su remedio fue simplemente permitir que la recesión se cumpliera,
permitiendo así que la tasa de mercado volviera a la tasa natural. En otras
palabras, los políticos tenían que comprender que a veces es mejor quedarse
quieto para no estropear más la situación, pero no hay cosa que le guste más al
Estado que meter sus zarpas en estas movidas.
A lo largo de su vida, Hayek criticó el socialismo, a menudo
contrastándolo con un sistema de libre mercado, basándose en razones económicas,
políticas y éticas. A este respecto destaca su obra cumbre Camino de servidumbre. El argumento principal del libro es que los
totalitarismos, entre ellos el socialismo, derivan del colectivismo, un sistema
incompatible con la libertad humana, según Hayek. Los planificadores de la
economía, al no contar con toda la información del mercado, son incapaces de
llevar a cabo un cálculo económico eficiente, lo que provoca que tengan que
utilizar la coerción para que los ciudadanos acaten sus planes. Esta situación
supone la anulación de las libertades individuales y, en último término, la
instalación de una dictadura. De este modo, la planificación económica que
busca en un primer momento “la justicia social” conduce necesariamente al
totalitarismo y la pérdida de las libertades económicas y personales. Hayek
ilustra su argumento con los ejemplos de la Alemania nazi y la Rusia comunista.
En cambio, en una sociedad democrática, con libre mercado,
cuyos habitantes gozan de libertades individuales protegidas por la ley y
derechos de propiedad bien definidos, el mercado cuenta con los mecanismos
necesarios para realizar un eficiente cálculo económico, pues los empresarios
buscan el máximo beneficio económico. Por este tipo de cosas, en este blog
siempre estamos en el equipo de Hayek.
La enorme influencia de Hayek se dejó notar principalmente
en los últimos años, cuando asesoró a distintos líderes políticos, como
Margaret Tatcher, propiciando de este modo el auge del liberalismo económico en
la década de los 70. El presidente de los EEUU Ronald Reagan afirmó que, junto
a Milton Friedman, Hayek era de las personas que más habían influido en él.
Asimismo, tuvo una fuerte influencia en la Revolución de Terciopelo que
significó la caída del partido comunista checo y en las reformas que pusieron
en práctica los países de Europa del este a partir de 1989.
Todavía falta hablar de mucha gente interesante en el siglo
XX (es un siglo concentrado) pero eso será en la segunda parte de este
artículo, lo prometemos.
Esto es todo por hoy joven padawan. Somos el Club de la
Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.
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