lunes, 17 de julio de 2017

Los hombres que levantaron América II


Comentábamos en la primera parte de esta historia que Carnegie y Rockefeller se hallaban enfrascados en una batalla personal por ser el hombre más rico del mundo (a pesar de que el imperio de Carnegie andaba en horas bajas por los hechos de Homestead). Para más inri, dijimos que había llegado un forastero a la ciudad dispuesto a hacer morder el polvo a ambos. Este forastero no era otro que J.P. Morgan y creedme cuando os digo que nuestros dos protagonistas tenían motivos para la preocupación.

John Pierpont Morgan nació un 17 de abril de 1837 en Hartford, en el estado de Connecticut (el estado que mejor suena al pronunciarlo, todo sea dicho). Morgan era hijo de Junius S. Morgan, un afamado banquero estadounidense que había fundado J.S. Morgan & Co. Nótese que, a diferencia de Carnegie y Rockefeller, que provenían de ambientes más o menos humildes (humildes que te cagas en el caso de Carnegie), Morgan nació en el seno de una familia de la alta sociedad americana y de considerable fortuna.

Morgan empezó trabajando en 1857 en la empresa de su padre, primero en Londres, para luego volver a Nueva York un año después. Allí trabajó en la firma Duncan, Sherman & Company, los representantes en América de George Peabody & Company. En 1860 pasó a trabajar otra vez como agente para la empresa de su padre hasta 1864. Durante la Guerra de Secesión Morgan empezó a demostrar su madera para los negocios comprando rifles anticuados al ejército por 3,5 dólares que les revendía por 22 dólares tras mandarlos reparar (aquí también se demuestra las cotas de ineptitud que puede alcanzar el Gobierno).


J. P. Morgan


Esto de los rifles no es ninguna tontería, ya que sería el esquema que Morgan aplicaría para empezar a amasar su fortuna: adquirir empresas pequeñas o en crisis y reorganizar sus estructuras de negocio y gestión para llevarlas a la cima. Morgan compraba todas las empresas que podía, cerraba algunas y eliminaba a la competencia de manera feroz. Esta práctica monopolística es conocida hoy en día como “morganización”. Con apenas treinta añitos y ya estaba sentando escuela.

Sin embargo, estas inversiones estaban siempre vigiladas por su padre que, recordemos, dirigía uno de los mayores bancos de inversión de EEUU. Morgan padre era prudente a la hora de invertir, visión que intentó inculcar a su hijo, pero el joven Morgan no compartía en absoluto este modo de ver las cosas de su padre. Si quería llegar a la cima y superar a los mejores tenía que arriesgar, tenía que crear sus propias empresas en lugar de comprarlas. Morgan había sido testigo de cómo Carnegie y Rockefeller habían levantado sus imperios desde cero y él no podía permitirse ser menos. De este modo, empezó a buscar un nuevo elemento innovador que le diera ventaja como habían hecho Carnegie y Rockefeller con el acero y el petróleo, respectivamente. Morgan vio el futuro en un fenómeno físico que iba a revolucionar el mundo: la electricidad.

Para montarse en el carro de la electricidad Morgan decidió arrimarse a uno de los mejores inventores de la época, un tal Thomas Alva Edison (os sonará). Edison había ganado fama por haber patentado en 1879 una bombilla incandescente que había permanecido encendida durante 48 horas. Sin embargo, realmente no la inventó él, sino que cogió el diseño del británico Joseph Wilson Swan y mejoró el filamento, haciéndolo de bambú carbonatado que lo hacía más resistente. Curiosamente, nadie se acuerda del pobre Swan.

El caso es que Morgan se asoció con Edison y juntos fundaron Edison Electric. Morgan llevó a Edison a su casa con el encargo de instalar todo un sistema de luz eléctrica con el objetivo de publicitar este nuevo invento. Así, la casa de J.P. Morgan fue la primera del mundo iluminada íntegramente con luz eléctrica. Como es natural, toda la alta sociedad de Nueva York que se reunió para la inauguración lo flipó. ¿Cómo era posible que se produjera luz sin emplear queroseno, ni aceite, ni combustión, sino utilizando únicamente una energía invisible y desconocida? Una luz que no producía humo, ni olores. Una luz que reducía el riesgo de incendios y acudía y desaparecía con el simple gesto de accionar un interruptor. Magia. Morgan y Edison les dejaron con el culo torcido. De la noche a la mañana, la élite de Nueva York empezó a querer instalar bombillas en sus casas. El evento había sido un éxito completo.

Morgan quiso dar un paso más y empezó a maquinar con Edison cómo abastecer a la ciudad de Nueva York al completo. Invirtió toda su fortuna en el proyecto (si no arriesgas no ganas) y dos años después, el 4 de septiembre de 1882, Pearl Street se convierte en la primera calle iluminada completamente con luz eléctrica del mundo. Para ello se utilizaron 7.200 lámparas y una estación eléctrica de 900 CV de potencia. De esta manera, joven padawan, la luz eléctrica dio sus primeros pasos gracias a la iniciativa privada.

Como ya habréis imaginado, esto de la electricidad enfadó bastante a Rockefeller, que había hecho su fortuna a través del petróleo y el queroseno. Si la gente empezaba a utilizar la luz eléctrica como fuente de energía en lugar del queroseno iba a tener que comprar los yogures marca Hacendado para llegar a fin de mes y eso no le hacía ninguna gracia. Rockefeller comenzó una campaña para desprestigiar a la electricidad y hacer así que la gente siguiese usando su queroseno. Sin embargo, el mayor problema de Morgan y Edison no iba a ser Rockefeller, sino Nikola Tesla.

Tesla nació el 10 de julio de 1856, en Smiljan, en la actual Croacia. Tras ir a la universidad y pasar por varios trabajos, llega a EEUU y se une a la compañía de Edison. El joven Tesla traía consigo una idea revolucionaria: la corriente alterna. Las lámparas y aparatos de Edison funcionaban con corriente continua, pero Tesla defendía que la corriente alterna presentaba muchas más ventajas a la hora de transportarla. La electricidad es básicamente un flujo de electrones que circula de un sitio a otro. 
Cuando este flujo de electrones circula en un solo sentido se habla de corriente continua, mientras que la corriente alterna se produce cuando el sentido del movimiento de los electrones cambia decenas de veces por segundo debido a la presencia de un campo magnético rotatorio. Esta última era la apuesta de Tesla.


Nikola Tesla en su foto de perfil de Tinder


El enfrentamiento con Edison hizo que Tesla abandonara la compañía. En 1888 conoce a alguien que sí estaba dispuesto a apostar por la corriente alterna, un tipo llamado George Westinghouse, por lo que Tesla se une a su empresa Westinghouse Electric & Manufacturing Company´s.  De este modo, empezó la llamada “Guerra de las corrientes” entre Edison y Morgan, con su corriente continua, y Tesla y Westinghouse, con su corriente alterna.

Sin embargo, la compañía de Westinghouse no tenía los fondos suficientes para competir con un gigante como Morgan. Al poner al tanto de la situación a Tesla, este decidió cederle todas sus patentes, incluida la de la corriente alterna, para atraer el dinero de los inversores. Tesla siempre mostró una indiferencia preocupante por el dinero, ya que para él lo importante era poder desarrollar sus inventos. Ahora que ya tenían el dinero estaban listos para dar el salto definitivo y encontraron su trampolín en la Exposición Universal de Chicago de 1893.

Los organizadores de la Expo estaban decididos a que estuviera iluminada con luz eléctrica y realizaron una subasta pública para otorgar el contrato. Tesla y Westinghouse se terminaron por llevar el contrato y consiguieron demostrar la eficacia de la corriente alterna, iluminando todo el evento. Gracias a este enorme éxito, Westinghouse también consiguió un contrato para suministrar los generadores de una central que se estaba construyendo en las cataratas del Niágara, capaz de abastecer a todo el noroeste de EEUU. Morgan había sido derrotado en los dos primeros asaltos, pero no iba a permitir que hubiera un tercero.

J.P. Morgan afiló los cuchillos y se lanzó al ataque para tumbar la compañía de Westinghouse. Amenazó con demandar a la empresa, ya que muchas de las patentes de Tesla (entre ellas la de la corriente alterna) se habían desarrollado en los laboratorios de Edison. Ante este acoso, Westinghouse decidió rendirse y entregó las patentes a Morgan, pues pensaba que los largos y costosos procesos judiciales habrían arruinado a la compañía.

Sin embargo, la apisonadora Morgan no iba a parar ahí. Con la pérdida del contrato de la central del Niágara, la Edison Electric estaba en quiebra, de modo que compró todas las acciones, haciéndose con el control total de la empresa, e invitó amablemente a Edison a que se fuera reponer latas al Carrefour. Morgan también cambió el nombre de la compañía, que pasó a llamarse General Electric. Ahora que no estaba Edison, Morgan ordenó que la empresa se pasara a la corriente alterna, ya que comprendió que objetivamente esta era mejor que la continua (la corriente alterna transportaba mayor cantidad de electricidad, era más económica y no pierde tanta energía en forma de calor). La General Electric despegó de manera espectacular a partir de ese momento. Finalmente, Morgan había logrado su objetivo de llegar al nivel de los más grandes, de llegar al nivel de Carnegie y Rockefeller. La práctica totalidad de la economía de EEUU estaba en manos de tres señores.

Todavía nos queda hablar de muchas cosas en esta historia. Tenemos que contar si al final Carnegie y Morgan consiguieron superar a Rockefeller como hombre más rico del mundo y contar cómo estos tres hombres enterraron el hacha de guerra para unirse frente a un enemigo común, un enemigo con más poder que ellos tres juntos y que podría llegar a destruirlos: los políticos. Pero estas cosas serán 
contadas en otra ocasión.

Continuará...
  

Esto es todo por hoy, joven padawan. Somos el Club de la Economía y siempre aquí estaremos. No es una amenaza, pero volveremos.    

Unknown Co-Desarrollador

No hay comentarios:

Publicar un comentario